Alicia Reina es la presidenta de la AEDH en las Islas Baleares. | Moisés Copa

Empresaria, abogada y doctora en Turismo, Alicia Reina (Ibiza, 1974), preside además en Baleares la Asociación Española de Directores de Hotel (AEDH).

—¿Cuáles son las principales preocupaciones ahora mismo en la entidad que preside en Baleares, la Asociación Española de Directores de Hotel?

—Son muchas pero, entre las más importantes, que no se llegue a un consenso social sobre el modelo turístico hacia el que se quiere evolucionar. También, que se alimente la turismofobia y se envíe un mensaje negativo al visitante de que no es bienvenido; que no sepamos definir cuál es nuestra capacidad de acogida real y no saber acomodar las infraestructuras a esa capacidad. Otra preocupación es que la Administración pública no sepa atajar con los medios suficientes el intrusismo turístico que tanto daño está causando en la isla. Otro grave problema es no poder acabar con los asentamientos ilegales, el chabolismo, que dan una pésima imagen de la isla.

—En AEDH no serán ajenos a cuestiones como la crisis habitacional en Baleares.

—La crisis de la vivienda también es una gran preocupación de la asociación porque va ligado a la falta de personal cualificado que necesitamos para seguir siendo un destino de calidad. Además, la tasa turística es otro tema porque creemos que debería servir para proteger y preservar medioambientalmente el destino donde se recauda, dotándolo de infraestructuras necesarias de calidad. Otra cuestión que tenemos sobre la mesa es que aún no sabemos cómo están abordando la reforma de la ley turística. El Govern decía que estaba manos a la obra, pero todavía no conocemos el texto definitivo y nos gustaría que se adaptase a nuestra realidad, a la realidad de las pymes que nos dedicamos al negocio hotelero, fomentando también una evolución sostenible. Que no se luche por proteger la imagen de Ibiza es otro problema. Vemos mucha prensa sensacionalista que saca incluso reportajes de hace tiempo que no muestran nada bueno de la isla y esto afecta a la imagen que se proyecta de Ibiza. Es importante que, para que dicha imagen sea la correcta, se invierta realmente en infraestructuras excelentes, en seguridad y en limpieza, así como en hacer cumplir las normas y que los viajeros tengan una buena percepción de la isla.

—Se asegura que el turismo nacional ha reducido estancias al perder este año poder adquisitivo.

—El sentir general es que mis colegas están contentos con la temporada, aunque es cierto que se tenían unas expectativas demasiado elevadas y además veníamos de un año muy bueno como el 2023. Somos muy exigentes con nosotros mismos, muy profesionales, y nos hubiera gustado superar las cifras del pasado verano. La mayoría comenta que los números no se han superado esta temporada, aunque nos hemos acercado. Algunos son la excepción y sí han conseguido mejores datos. Se comenta que es una temporada extraña, pero debemos ser realistas. Vemos situaciones no habituales en agosto, como llamar a un restaurante y que tenga mesa. Creo que es una situación, sin embargo, que afecta a la restauración; la náutica se ha salvado en agosto, pero el mes anterior pinchó, y el sector del alojamiento cuenta con muchas herramientas online para captar demanda y estamos realizando numerosos esfuerzos, logrando que el batacazo no sea tan grande. El haber conseguido casi llegar a los números de 2023 es todo un éxito porque veníamos de una temporada muy exitosa.

—¿Es posible que en Ibiza se peque de tener demasiado optimismo al comienzo de la temporada?

—Claro. Somos un sector que también invierte mucho en los negocios y ello se hace pensando en que vas a lograr un retorno en el menor tiempo posible. Esto también provoca que tengamos unas expectativas. Además, hubo mucha reserva anticipada entre enero y febrero, aunque después se ralentizó. Ese primer empuje hizo que tuviéramos una visión más optimista. Nuestras expectativas eran altas y fundadas en una previsión de ventas que en aquel momento estaba por encima del año anterior. Posiblemente, lanzamos las campanas al vuelo demasiado rápido y esto, lo que nos enseña es que debemos ser más prudentes y debamos manejar siempre un escenario más optimista y otro más conservador, e incluso uno pesimista por si vienen mal dadas. Somos un sector muy sujeto a todo el devenir de lo que va sucediendo en el momento y sabemos que tenemos muchísima competencia, cada vez más. Además, estas manifestaciones antiturismo que hemos tenido pueden calar y hacer que algunos viajeros cambien sus destinos y, en vez de viajar a las islas, a Ibiza, estén desplazándose a otros lugares con una relación calidad-precio muy competitiva. Aquí tenemos una serie de problemas endémicos que afean la foto de lo que es Ibiza como destino.

—Los movimientos antiturismo hablan de una Ibiza masificada. ¿Lo cree así?

—La palabra ‘masificación’ no me gusta nada e intento hablar en positivo de todo. Así, me preguntaría si nos hemos excedido en la capacidad de acogida del destino. Este año, en concreto, viendo cómo ha sido el verano, esa percepción de que nuestra capacidad de acogida se ve desbordada, yo no lo he sentido, aunque es mi percepción. Me gusta siempre tener datos porque dan credibilidad y son una herramienta para gestionar las cosas y modificarlas cuando van mal. Por ello, echo en falta tener esas cifras que me ofrezcan la realidad de la foto que estamos viviendo. Comprobar si existe realmente esa situación. Este año, yo no lo percibo, pero sí debemos tener claro cuál es nuestra capacidad y si la superamos. Es posible que entre la población residente haya cierto malestar cuando en zonas residenciales hay alojamientos vacacionales, puesto que ello genera una molestia y el residente se siente invadido. Entendemos que si existe ese desequilibrio, como las plazas hoteleras están congeladas, no es por el sector reglado, sino porque se ha desatendido una cuestión como es hacer cumplir una serie de normas. Entre ellas, que si la gente no tiene permiso para alquilar turísticamente, no lo pueda hacer, con inspecciones que lo eviten.

—Por tanto, aunque en Ibiza los movimientos antituristas no parecen tan contundentes, ¿también pueden tener repercusión en la isla?

—Este movimiento se ha dado más en Mallorca o Canarias, pero todo, al final, repercute de una manera directa o indirecta en otros destinos. Lo que veo es que hay una falta de coherencia porque una parte de los que se pronuncian, no son conscientes de que viven también del turismo. Decir que no nos gusta está muy bien, pero hay que poner sobre la mesa soluciones. A veces, los mismos que se manifiestan están alquilando turísticamente un piso que tienen de los padres y no son conscientes de que ello genera también masificación. Después, hay que hablar de la incoherencia existente porque, muchos de los que se manifiestan, viven del turismo. Si son funcionarios o profesores, indirectamente están ligados al turismo porque los impuestos que pagan los servicios públicos salen de la actividad principal que se genera en las islas: el turismo hasta que no consigamos encontrar una alternativa. Por tanto, pido un poco de prudencia, coherencia y que luchemos para aportar soluciones.

—Otro asunto muy comentado este verano son los elevados precios de la isla. ¿Puede haber sido al final contraproducente haber destinado tantos recursos a ese visitante con mayor poder adquisitivo, a ese llamado mercado del lujo?

—Ha habido muchos vídeos en las redes hablando de los precios de Ibiza. Siempre opto por la prudencia en la difusión de precios demasiado desorbitados, de excentricidades. Dan visibilidad pero, al mismo tiempo, ofrecen una imagen que no se ajusta a la realidad, mostrando una relación calidad-precio a veces desajustada, y eso, al final, es un problema porque el cliente puede acabar eligiendo otra opción de destino. El resto del mundo puede tener la percepción de que somos un destino fuera del alcance de muchas personas. Por otro lado, cuando tienes un producto en el que has hecho una buena inversión, con una buena excelencia y calidad, como los hoteles de cuatro y cinco estrellas, cuando hay una guerra de precios -como este año- el que no tiene con qué competir tiene que bajarse los pantalones por decirlo así y ceder incluso por debajo de costes. En cambio, si tienes un producto de calidad, aunque hayas tenido que realizar ajustes, este tipo de producto siempre ha tenido mejor acogida. Por otro lado, decimos que no queremos masificación, que no vengan tantos turistas, y en relación a ello existe una evidencia: si quieres que vengan menos, para lograr dar de comer a todos los que vivimos del turismo, habrá que subir precios, pero ofreciendo algo más, un producto de valor y de calidad. Sí que en algunos momentos hemos sido avariciosos, con tarifas desorbitadas e impensables en cualquier otro destino, pero depende de uno que la relación calidad-precio sea satisfactoria para el cliente.

—-Desde AEDH han ganado una importante batalla contra Booking.

—Para nosotros era un planteamiento de David contra Goliat, con una serie de problemas que teníamos y con un gran desequilibrio entre hoteleros y Booking, aunque hemos logrado demostrar que la plataforma tenía una posición de dominio y ejercía acciones anticompetitivas en el mercado. Hemos conseguido varios logros, con una elevada multa que puede disuadir a otros -y al propio Booking- de volver a realizar este tipo de acciones.