Nicole Haber, coordinador autonómica para la prevención del suicidio, en una imagen de archivo.

Un total de 4.027 personas se quitaron voluntariamente la vida en España en 2022, último año del que el INE da cifras oficiales. Un 2,5% más que las que lo hicieron en 2021. En Baleares, fueron 109, 75 hombres y 34 mujeres, los que dieron ese paso dramático y sin retorno. En el caso de Ibiza y Formentera, 12 fueron los suicidas registrados en el mismo periodo, 11 hombres y una mujer. El suicidio es la causa externa de muerte más frecuente en todo el país. También en Baleares.

Ibiza y Formentera

Por edades, el mayor número de suicidios en las Pitiusas se registró en la franja que va de los 55 a los 59 años. La única mujer que puso fin a su vida tenía entre 35 y 39 años. En Baleares, la mayoría de los suicidios fueron decididos por personas que tenían entre 40 y 64 años. Mallorca registró en 2022 un total de 89 suicidios (61 hombres y 28 mujeres) y en Menorca fueron ocho (tres hombres y cinco mujeres).

El equipo

Nicole Haber es la coordinadora autonómica para la prevención del suicidio. Dirige un equipo cuya función principal es dar apoyo a «todos los profesionales» de las Islas que intervienen en este problema, desde la prevención hasta el duelo del entorno del suicida. Y es que la Administración ha hecho un gran esfuerzo en los últimos años en la activación de diferentes servicios para afrontar el problema. Ahora, por ejemplo, han sido contratados 39 psicólogos para trabajar en centros educativos y se han reforzado los servicios del 061 con otros profesionales de salud mental para atender tanto a quienes tienen ideaciones suicidas como a las familias y el entorno si el suicidio se ha consumado.

«La prevención y el suicidio en sí son complejos», explica Haber a Periódico de Ibiza y Formentera , «por eso se ha creado este equipo de gestión, que está al servicio de cualquier profesional de las Islas. Es un equipo que interviene en todo tipo de casos, desde la ideación suicida hasta la ayuda al entorno. Un profesional no puede enfrentarse solo a esto. El equipo facilita acceso a la red de recursos que hay en las Islas. Y, si no están en la red, los buscamos».

Coronavirus y salud mental

Este es tan solo uno de los servicios activados para luchar contra la lacra del suicidio en Baleares. La pandemia de COVID-19 activó todas las alarmas ante sus efectos en la salud mental. Pero Haber recuerda que, antes de 2020, ya había problemas: «Veníamos de la crisis económica de 2008, que afectó a muchas personas. Y, cuando empezábamos a levantar cabeza, llegó la pandemia. Gente que no tenía trabajo o que tuvo que cerrar sus empresas antes de eso vio que todo iba a peor».

La pandemia en sí fue demoledora en este sentido pues, asegura Haber, a los problemas económicos se sumaron otros como los duelos por los fallecidos del COVID o los menores que en sus casas vieron que sus familias estaban sufriendo y no buscaron apoyo en ellos por no crear más problemas. «La sociedad está cada vez más tocada», asegura Haber, psicóloga de profesión. Pero en esta situación encuentra también algo positivo: «Ahora se habla más de salud mental y eso ha hecho que las personas tengan menos reparo a la hora de hablar sobre sus problemas y pedir ayuda. A la vez, en la Administración, todos, sean del partido que sean, están haciendo frente juntos a los problemas de la salud mental y, en este caso concreto, a la prevención del suicidio».

El suicidio ha sido históricamente un tema tabú. Los medios de comunicación no recogían noticias al respecto por temor al conocido como efecto llamada. Pero la experiencia ha demostrado que hay que hablar de ello porque solo así muchos de los que sufren serán capaces de buscar ayuda.

La familia

Nicole Haber explica que, en cuanto a los motivos, estos son personales. Pero sí hay en los suicidas un patrón que recoge tres emociones: desesperanza, falta de vínculos y dolor. Se basen o no en la realidad, son los tres sentimientos que se repiten en un problema cuyos porqués, añade la psicóloga, «son individuales». «Algo que a mí puede parecerme baladí, en otro momento de mi vida puede ser todo lo contrario», asegura. Y añade: «Alguien puede tirar la toalla por un motivo determinado pero eso no le pasa a todo el mundo que atraviesa esa situación. Es cómo te coge el problema en ese momento concreto. Influyen muchos factores».

El suicidio es devastador para la familia y el entorno del suicida. Nicole Haber explica que los afectados han de pasar por «un triple duelo». Deben asumir que han perdido a un ser querido, de forma inesperada y trágica y, además, afrontar «una muerte muy estigmatizada». Los afectados ven cómo a su alrededor «se crea un vacío porque cuesta hablar de esto» y experimentan sentimientos como la culpa, la rabia y la vergüenza. «Están en un estado de shock en el que ni siquiera pueden pedir ayuda», explica esta experta, «nosotros hemos atendido casos de personas que han pedido ayuda 20 años después».

Hacer frente a este problema es hoy una prioridad para la sociedad y para las administraciones. Equipos como el que coordina Nicole Haber se han convertido en fundamentales para actuar y poner a disposición de los ciudadanos servicios que les permitan salir del problema. «Antes la gente llegaba cuando ya estaba muy grave», recuerda Haber, «ahora ya llegan antes y se trabaja mucho en la prevención y en la contención». Cuando el usuario se busca ayuda, este servicio se activa con el profesional que le atiende y pone a su disposición todos los recursos existentes en las Islas para buscar una solución. Entre los servicios Haber destaca el de formación de todo tipo de profesionales para intervenir en estas situaciones. Trabajadores que ayudan a quien atraviesa el problema a hablar de ello «sin juzgar». Y es que hablar es, en estos casos, «una válvula de escape». «La ideación suicida es un síntoma», asegura esta experta, «y hay que escuchar sin juzgar. Esto produce alivio en la persona que está pasando esa situación y facilita al profesional poder actuar. Hemos de ayudar entre todos y para eso está esta red».

Una red que, finalmente, también se ha centrado en la atención de los cada vez más habituales casos de «soledad no deseada». «Están muy relacionados con el suicidio», apunta Haber y pone como ejemplo de intervención reciente el caso de una anciana alemana de 102 años que intentó quitarse la vida metiéndose al mar: «La pudieron sacar. Físicamente está bien pero está cansada de vivir porque está muy sola y sus familiares están en Alemania. Nosotros hemos descubierto que hay aquí una asociación de personas alemanas para acompañar a gente que está en esta situación de soledad y ahora estamos haciendo los trámites para que la acompañen».