A la caza de las serpientes en Ibiza en plena ola de calor. | Moisés Copa

Un cubo lleno de mixtura para palomas y trigo, una botella de agua, un teléfono móvil y unas tenazas para las brasas de la chimenea son las herramientas que Raúl González, el guarda forestal contratado por la Federación Balear de Caza en Ibiza, utiliza para revisar los dos centenares de trampas repartidas por la isla.

Un trabajo que realiza de abril a septiembre de siete de la mañana a tres de la tarde para eliminar cuantas más serpientes mejor e intentar proteger la fauna de la isla, sobre todo las sargantanes endémicas (Podarcis pityusensis). Unas lagartijas que están en claro peligro de extinción desde que se capturó el primer ejemplar de ofidio en Ibiza en 2003. «Te sientes útil trabajando por una buena causa. El sector de la caza no solo mata animales, sino que da de comer y beber a todos», señala Raúl, que durante las próximas dos semanas también se encargará de repasar el centenar de trampas instaladas en el municipio de Sant Josep por la Sociedad de Cazadores en el coto de 95 km2 que gestiona, el más grande de la isla, y en el que también hay alrededor de 150 abrevaderos con comida y agua para la fauna que habita en él.

Un trabajo solitario y que en pleno agosto resulta agotador, ya que hay que subir y bajar constantemente del 4x4 en zonas de difícil acceso en busca de las trampas que Raúl tiene localizadas en su teléfono móvil. Si hay suerte, alguna serpiente habrá quedado atrapada en ella atraída por el ratón que vive en ella y del cual le separa una malla metálica. A estas alturas de la temporada, sin embargo, las altas temperaturas hacen que las serpientes tengan una actividad menor, por lo que Raúl tan solo pudo atrapar siete ejemplares de serpiente de herradura (Hemorrhois hippocrepis) en la treintena de trampas que revisó.

Tras cogerles la cabeza con las tenazas, Raúl les asesta un certero golpe con una piedra que las mata al instante. Un acto totalmente necesario para que dejen de reproducirse y salvar a las sargantanes de una extinción que cada día que pasa parece más cercana si no se ponen en marcha nuevas medidas no ya de erradicación sino de contención de la plaga de serpientes que ya asola todos los puntos de la isla.

Una vez sacrificadas, Raúl les coloca una etiqueta con un número de identificación y las fotografía con su móvil. Unas imágenes que se registran en la app Línea Verde del Cofib con el número de la trampa y su localización. «Rara vez se captura una serpiente en la misma trampa dos semanas seguidas», explica el guarda forestal, cuyo récord fueron cuatro ejemplares en una misma trampa.
Tras documentar la captura, el guarda forestal le da de comer al ratón y rellena su botella de agua, que ha de durarle toda una semana.

Tras la campaña de captura de serpientes, que terminará en septiembre, el resto del año este guarda forestal y el que también trabaja para los cazadores de Sant Josep se encargan de labrar los terrenos y sembrar para que los animales puedan tener comida.
Los cazadores de Sant Josep han capturado desde 2021 más de 800 serpientes. El Ayuntamiento de Sant Josep aporta en la campaña de este año 16.999 euros.

Calendario

Las serpientes ralentizan su metabolismo en invierno, lo que les permite estar muchos meses sin comer. En primavera es cuando más activas están, por lo que las capturas suelen ser mayores entre los meses de abril y junio. Y cuando hace más calor, vuelven a bajar sus revoluciones para tener otro pico de actividad en octubre, que es cuando suelen eclosionar los huevos. Unas puestas que las serpientes suelen llevar a cabo en los huecos de las típicas paredes de pedra seca cada dos años.