Uno de los cazadores. | Alejandro Mellon

Las palomas torcaces se han convertido en una gran amenaza para los cultivos de Ibiza debido, según cazadores de la isla, a sus requisitos «insaciables» de engullir plantaciones. Es por ello que, tras la emergencia cinegética declarada por el Consell d’Eivissa para regular dichas poblaciones, los cazadores de la isla se han volcado en ayudar a combatir el exceso de torcaces y prevenir los graves daños que esta especie causa en la agricultura.

Primero, según explicaron dos cazadores palomeros de Ibiza, es importante preparar el puesto de caza para localizar los mejores pasos de estas palomas. En este sentido, el coto de caza estuvo ubicado ayer en el pueblo de Sant Llorenç, detrás del restaurante Cana Pepeta, al ser una zona de paso de torcaces.

Además, según indicaron, cerca de este espacio hay una plantación de vid que puede sufrir daños como consecuencia de la presencia de estas aves y, por ello, estos cazadores cortaron el paso desde la montaña hasta este cultivo. «Sabemos que salen del bosque para comer y es cuando utilizamos pájaros de plástico que tienen la forma y el color de las torcaces para atraerlas», destacó Toni Malacosta junto a su compañero de caza Juan Antonio Dominguet, resaltando que la caza de palomas torcaces con cimbel es una modalidad que consiste en emplear señuelos de plástico. Anzuelos que les permitieron cazar ayer, en casi dos horas, 15 aves. «Cada día es una lotería; hoy el día está siendo un poco flojo, pero a partir del mediodía volveremos», destacaron e indicaron que la semana pasada cazaron 30 ejemplares y la anterior más de 160 torcaces. «Están haciendo mucho daño a los cultivos de Ibiza. Lo habitual es que en esta época del año invadan plantaciones de higueras y uvas, pero se ha detectado también que se están lanzando a por las aceitunas cuando lo normal es que lo hagan a finales de septiembre; nunca habíamos visto esta situación en julio y agosto», lamentó Toni Malacosta, recordando cómo un compañero suyo de la isla cazó una paloma torcaz que contenía 40 aceitunas dentro del buche.

En esta línea, explicó que si una bandada de 30 o 40 palomas se comiera una media de 40 aceitunas al día supondría para los agricultores una gran pérdida económica a nivel agrario. Sin ir más lejos, como consecuencia de este aumento de ejemplares en las Pitiusas, los agricultores de Formentera cifraron sus pérdidas en un 60 % en las viñas y el olivo. «No somos determinantes en la lucha contra estas aves, pero intentamos ayudar en todo lo posible al colectivo agrario porque están siendo años difíciles para ellos, también debido a la sequía», afirmaron ambos cazadores, lamentando que estos ejemplares han «liquidado» el poco cultivo de cereal que había en la isla.

«También se han lanzado como desesperadas hacia los huertos con pimientos y brotes tiernos de sandía, melón y tomate. Es un animal insaciable; no tiene síntomas de llenarse», insistió Malacosta con preocupación, haciendo hincapié en la necesidad que había de adelantar la temporada de caza para controlar estas especies tan abundantes en la isla, las cuales son «una gran amenaza para la isla».

Temporada de caza
«La caza empezaba entre el 15 y 25 de agosto y se daban permisos puntuales a los propietarios de fincas para poder controlar estos daños. No obstante, como consecuencia de este aumento, el Consell d’Eivissa consiguió adelantar la temporada de caza, que empezó el pasado 2 de julio», afirmó Malacosta junto a su sobrino Juan, un joven aprendiz que participó ayer en esta jornada de captura.

En este sentido, subrayó que actualmente pueden cazar todos los jueves y domingos hasta el 25 de agosto, que es cuando comienza la época normal de caza. «A partir de ese día, tanto los martes como los jueves, sábados y domingos se podrá efectuar sin cupo ni margen de torcaces», agregó, mientras recordaba que hace 20 años era impensable ver esta presencia de palomas en la isla porque, según agregó, la mayoría eran aves migratorias y sólo se podían ver estos ejemplares durante la temporada de caza, que era de octubre a febrero. Sin embargo, explicó que poco a poco, debido al cambio climático y la multiplicación de la especie, estas aves se está asentando aquí todo el año, teniendo hasta tres crías en doce meses.

«Sin duda, es el ave con mayor densidad que hay en Ibiza; es algo asombroso», subrayó este cazador. En esta misma línea, manifestó que las torcaces permanecen en la isla por las condiciones climatológicas y la variedad de plantaciones que tienen para comer, especialmente los brotes de las parras y los cultivos de almendro y olivo. Sin ir más lejos, relató a Periódico de Ibiza y Formentera que él mismo tiene en su casa hasta 700 parras, pero desde hace 10 años «no produce una gota de vino» porque no puede vigilar la vida de estas parras desde finales de junio hasta septiembre, que es cuando se suele recoger el cultivo.

«No puedo permitirme el lujo de hacer guardias para que las torcaces no se coman la uva», lamentó, destacando el gran número de agricultores perjudicados por estas aves. También explicó que tiene decenas de olivos, pero también está padeciendo esta plaga en dicha plantación.
«Al tenerla cerca de la carretera, no puedo evitar la presencia de estos ejemplares», agregó, mientras adelantaba que seguirán luchando para controlar estas poblaciones de torcaces en la isla.