Vecinos destacan que el problema tiene que ver con el aumento de la presión, que rompe las tuberías. | Toni Planells

Los vecinos de la parte alta de la urbanización de Can Pep Simó llevan una semana sin agua. Un problema recurrente que aseguran que llevan tres o cuatro años padeciendo aunque «normalmente era durante los meses de julio y agosto».

El problema, tal como explican los vecinos, tiene que ver con la presión del agua que «en vez de solucionarse cada vez va a más y ya nos tiene desesperados», asegura Miguel, que tiene una casa turística en esta zona.

«Cuando hablamos con Aqualia dicen que el problema tiene ver con que el aumento de la presión rompe las tuberías y éstas son responsabilidad del ayuntamiento», explica Miguel, que lamenta que «unos por otros y el problema sigue igual». «Si estamos así en junio, ¿qué pasará en agosto?», lamenta Chantal, vecina de la parte más alta de Can Pep Simó y que asegura que también lleva sin acceso    al agua corriente desde hace una semana.

La vecina explica que tuvo que pagar de su bolsillo «una tubería hasta la casa que me costó 1.000 euros» y que «aún así no se ha solucionado el problema».

«Si mañana no llega agua, tendré que empezar a comprar camiones para llenar el depósito», asegura Chantal. Iván es el responsable del mantenimiento de 15 de las casas de la urbanización. «Cuando no es por falta de presión es una avería, pero siempre estamos igual», asegura.

«La tarde de este lunes parece que está empezando a haber algo de presión», asegura Iván desde un cota más baja que la de Miguel y Chantal (ellos seguían sin presión a última hora de la tarde), aunque muestra su escepticismo con un «a ver cuánto dura, porque siempre estamos igual».

Así, la solución a la que recurren los vecinos se basa en «depósitos de agua que llenamos a base de camiones cisterna». «No se trata de los 180 euros que nos pueda costar cada uno de los camiones, se trata del sin vivir que supone la incertidumbre de no saber si vas a tener agua corriente, un servicio básico que no recibimos», lamenta Miguel.

«El año pasado unos clientes tuvieron que marcharse por culpa de este problema», asegura Miguel que lamenta que «es un problema que afecta directamente a mi negocio: si me pasa en casa, me puedo aguantar un tiempo, pero si estoy de vacaciones no voy a pagar por una casa sin agua corriente».

Los vecinos explican que el problema radica en que «todas las construcciones que se han hecho en la parte baja se han conectado a la misma infraestructura, la cual no se ha renovado hace años».