«Empezó como un sueño», es lo primero que cuenta Manolo (1958), quien nació en una aldea situada entre Vigo y Pontevedra, donde pasó la primera parte de su vida.
En el año 1979, a sus 21 años, desembarca en Ibiza impulsado por unos primos y comienza a trabajar en el Hotel Argos de camarero, un puesto en el que tenía previsto durar seis meses, y estuvo 18 años. En este hotel, Manolo se perfecciona en diferentes secciones de la hostelería y conoce a la que sería su compañera de vida, Marisa Ruiz. Los dos comienzan a conformar una familia, con hijos a cargo, unahipoteca y un empleo de temporada. Hasta que en el año 1996 se les presenta la oportunidad de comprar este local, que correspondía a un pub nocturno con poco éxito.
Esta empresa familiar fue un proyecto del sueño que tenía Manolo de crear un bar al estilo gallego. De ser camarero pasó a los fogones «sin saber cocinar», se fue perfeccionando a través de los consejos de su madre, con los cocineros que había conocido en el hotel y cuenta que cada vez que hacía un plato nuevo se lo daba a los clientes para que aprobaran el sabor.
Para este matrimonio la esencia de su restaurante es lo familiar en lo que se ha convertido, gracias alos clientes «de toda la vida» a quienes consiguieron fidelizar con su trato, al igual que a sus empleados, quienes llevan entre quince y tres años de antigüedad.
Marisa indica que ellos han tenido muy clara la importancia de cuidar a sus trabajadores, a ellos mismos y a los clientes. Igual que la calidad de los productos y los precios de estos, que siempre ha estado a la altura de los estándares que los consumidores para ellos merecen. El chuletón es de ternera gallega, sus vinos son seleccionados con precaución y el marisco es fresco.
Ella asegura que les ha salido rentable mantener unos precios asequibles, pues lo que ellos han proporcionado a sus clientes se lo han devuelto. «No se puede querer subir precios y bajar la calidad porque vas a tener pérdidas, por eso nosotros siempre hemos mantenido estos estándares. Es importante decir que cuando vino la época de la pandemia muchos cerraron o quisieron remontar subiendo precios y demás. Sin embargo, nosotros tuvimos que cerrar los meses obligatorios pero cuando pudimos abrir bajo las normativas nosotros las cumplíamos pero nuestros clientes también y seguían viniendo. Nos ayudaron a no quedar atrás y poco a poco ir avanzando, entonces yo no les subí el precio porque no se lo merecen, y con los proveedores también se puede llegar a un acuerdo, si todos nos ayudamos sale bien», explicó Manolo lleno de cariño y con una actitud ciertamente genuina, en una declaración que resume el espíritu que allí se respira.
Por ello quieren dar el reconocimiento que sus clientes merecen: «Gracias a vosotros estamos hoy aquí, porque empezó siendo solo una ilusión de poner un bar con productos gallegos asequibles y vosotros habéis colaborado para que este sueño se hiciera realidad».
Ahora se jubilan, para «descansar, decir adiós y vivir juntos esta otra etapa» ha indicado Marisa, quien asegura que viajarán y disfrutarán de esos hijos y nietos que tanto los han apoyado y los han ayudado a salir adelante.
Pero el bar no cerrará para siempre, pues es una antigua empleada quien se lo quedará para volver a abrir sus puertas en febrero del 2024. Los primeros dueños del Anduriña, ya no poseerán más este bar, pero aseguran lo siguiente: «Dejamos este legado, que para nosotros es muy importante, a nuestra gente, a los clientes, al equipo y a los proveedores», pues todos se quedarán allí.
7 comentarios
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EnPepSi el que lleva más de 25 años cierra por no ser rentable, el que llegue no creo que sepa más: o subirá los precios, o bajará la calidad, y/o cerrará también. Otro negocio más a la ruina. Lo único que se abre desde hace muchos años son peluquerías de chinos o de colombianos, con todos mis respetos y estando muy agradecido por ello.
Buenos txipirones en su tinta que yo he comido ahí. Gracias Anduriña
No he ido nunca pero siempre oí hablar bien. Van a quedar pocos en 10-15 años solo franquicias y alguno local pero a precio de triplicar la franquicia.
Bueno, pues entonces el restaurante no cierra, sino que cambia de dueños, si no he entendido mal, ¿no? Si es así, espero que quienes lo lleven desde febrero en adelante le pongan el mismo cariño a todo y apuesten por la continuidad. Cuando un negocio gusta y funciona, no hay que ponerse a inventar nada. En todo caso, dejan el listón muy alto.
Ahora a descansar y a disfrutar. Buena gente
Esto sí es gente de Ibiza. Enhorabuena por la entrevista y mucha suerte a los protagonistas y, sobretodo, gracias.
Poca gente conocí tan trabajadora como ellos, siempre amables.Disfrutad de vuestra jubilación,os lo merecéis.Grandes!!!