La calle Carlos V atraviesa casi 300 metros del corazón de Vila. Una calle flanqueada por dos tramos peatonales: el primero de ellos recorre 40 metros en la cara sur de la Torre Can Ventosa y el segundo alcanza los 90 metros para desembocar prácticamente en el puerto, solo interrumpido por la avenida Santa Eulària.

Un último tramo que alberga distintos locales de ocio nocturno que conviven con un vecindario residente en la zona desde hace años. Francisca trabaja en esta zona. «Yo conozco la calle más por las mañanas y lo que veo es que hay bastante gente sin techo que pasa las noches por aquí, en los portales o donde pueden», explica mientras añade que «en invierno se nota más que durante el verano».

Mucho tránsito
«Es una calle con mucho tránsito de personas», observa Francisca, que achaca este movimiento a «todas las tiendas de ropa que hay en la zona» y a «la gente que va hacia el puerto». Joan es vecino de la zona desde hace décadas y considera que Carlos V es una calle «tranquila» en comparación a su calle, Pedro Francés.

Sin embargo, asegura que «ésta también tiene bastante tráfico con todos los coches que dan vueltas por Vila para poder aparcar». En el apartado de la limpieza, Joan admite que «aunque últimamente se nota que se están esmerando un poco más, la verdad es que podría estar mucho mejor». «Lo peor es esto», exclama Joan mientras señala un perro que hace sus necesidades en pleno centro de la calle antes de tranquilizarse al ver que el dueño del animal recogía con una bolsa sus excrementos. «No todo el mundo lo recoge y eso es lo malo», admite el veterano vecino. Más que en la suciedad, Javier, que trabaja en la misma calle, pone su atención en que, «pese a que los vecinos se preocupan de tenerla bien cuidada, el olor que hay en esta zona es muy desagradable». Javier explica que estos efluvios son debido a que hay muchos locales nocturnos.

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«La gente por las noches hace lo que tenga que hacer en cualquier lugar». Otra queja por parte de Javier gira en torno a la falta de aparcamiento. «Deberían hacer más plazas para motos: hay muchísimas motos en Ibiza y necesitan más espacios». Al otro extremo de la calle, José no se corta a la hora de expresar que «la calle está hecha una mierda» mientras señala con el dedo y señala: «por allí nacen hierbas de las aceras». «Las jardineras están abandonadas, el suelo se levanta y está para repintar hace años. Está sucio», sentencia.

También argumenta que, «sabes cuando una calle está limpia si, cuando se te cae el cigarro, lo recoges del suelo y sigues fumando. Si se te cae aquí, vale más que lo tires». «Es una calle que, además, está muy muerta», sigue observando José, que es repartidor en la zona. Además, apunta que «menos mal que están los de Es Cantonet, que son los que de verdad dan vida a esta calle y se preocupan de mantener limpia su zona».

Comercios
Kassandra conoce esta calle desde hace apenas unos días. Su opinión viene directamente condicionada por la comparación con su ciudad de origen.

«Está mucho mejor que las calles de Alicante, bastante más limpia». A su vez, observa que «es muy céntrica y hay muchas tiendas alrededor». Claudia tiene en esta calle su segunda casa. «Aquí viven mis abuelos y vengo muy a menudo». afirma. Desde su experiencia considera que «esta es una calle muy familiar» y lo argumenta señalando que «todos los vecinos nos conocemos y también conocemos a la gente que trabaja en los comercios locales como, por ejemplo, el supermercado». Respecto a las quejas vecinales, Claudia considera que «la verdad es que no está muy limpia y por las noches es habitual que haya ruidos y alborotos sin que la policía llegue a hacer nada».

Sin embargo, Claudia se esmera en subrayar que «es un barrio muy tranquilo y muy bueno para vivir porque está al lado de todo y la gente es amable y considerada. Siempre te saludan con una sonrisa».