Mara posa en el local que ha tenido que cerrar por las inundaciones de fecales. | Arguiñe Escandón

El sueño empresarial de los responsables de Mara Ibiza Pastry Lab, una conocida pastelería de Ibiza, se ha truncado. Justo cuando estaban en su mejor momento, hasta 12 inundaciones de aguas fecales les han llevado a cerrar puertas y lo peor es que se han desentendido del problema quienes podían solucionarlo, según ella misma explica.

La propia Mara explica cómo en 2019 decidieron abrir esta pastelería de alta gama en Santa Eulària, en un céntrico local en el que tuvieron que invertir «con mucha ilusión» cantidades importantes de dinero para adecuar el espacio a las necesidades de su negocio. «La tienda no tenía nada y lo hemos hecho todo nosotros», afirma.

Tras dos años de pandemia, recuerda cómo en 2022 la empresa funcionaba ya a todo tren, llegando a abrir un puesto en el Mercat Nou de Vila «porque la gente estaba muy contenta con el producto». Sólo el pasado diciembre elaboraron 800 panettones artesanales.

El problema es que, en cuatro años, el establecimiento de Santa Eulària se inundó hasta en 12 ocasiones con aguas fecales, lo que obligaba a estos reposteros a cerrar «como mínimo una semana» para limpiar a fondo todas las instalaciones, teniendo en cuenta además que se trataba de un negocio de elaboración y venta de productos de alimentación.

Lo peor es que, según Mara, ni el propietario ni la comunidad de vecinos se interesaron por solucionar esta grave incidencia, «lavándose las manos» cada vez que desde la pastelería les comunicaban una inundación, según ella misma explica.

«En febrero llamamos a un arquitecto que nos dijo que el problema es de la comunidad y supimos que llevaba produciéndose durante más de 25 años. Alquilamos una tienda sin las condiciones necesarias para poder trabajar porque para nosotros ha sido un desastre increíble», lamenta Mara.

Según reconoce, el pasado febrero tomaron la decisión más difícil: cerrar puertas y acudir a los juzgados para interponer la correspondiente denuncia. Las pérdidas, según sus cálculos, pueden superar los 150.000 euros. «Quiero recuperar lo invertido porque era un problema que ya estaba presente en el local», añade.

«Ahora estamos vendiendo todo y nuestros clientes están muy tristes. Yo también estoy muy desilusionada porque no puedes alquilar un local con ese problema y no decir nada. Pones tanto dinero, energía e ilusión y no dicen nada de estas cosas», puntualiza.

Al tener el obrador en el local de Santa Eulària, tampoco pueden abastecer ahora el puesto del Mercat Nou de Ibiza. Por el momento, Mara está tan afectada por lo sucedido que no tiene ganas de volver a emprender un negocio.

Esta mujer, que lleva años residiendo en Ibiza, alerta sobre los riesgos que puede correr cualquier persona que alquile un local para montar un comercio: «El problema de la isla es esto. Se alquila cualquier cosa y piden un montón de dinero. Muchos pretenden que les reformes el local y, cuando surge algún problema, algunos propietarios se lavan las manos».

Mara lamenta que «abrir una pastelería así, con obrador, no es como abrir un comercio de ropa y se necesita mucha maquinaria. Era mi pasión y llevo meses muy triste, pero no pueden suceder estas cosas».