La patata ibicenca es el mejor acompañante de nuestros platos más emblemáticos: tras un ‘sofrito pagés’ o un ‘bullit de peix’ siempre hay una buena patata . | Toni Planells

Entre finales del mes de mayo y principios del mes de abril dio inicio la recogida de patata roja del campo ibicenco. En pleno centro de la isla, en Santa Gertrudis, la finca de Can Llucià es una de las que dedican varias hectáreas al cultivo de este tubérculo y donde ha tenido lugar la presentación institucional de la primera cosecha de esta temporada que está a punto de terminar.

A la presentación ha acudido el director insular de Medi Rural i Marí en funciones del Consell d’Eivissa, Joan Marí, así como de distintos productores de patata en Ibiza.

Can Llucià es un ejemplo de pequeña explotación familiar que pierde en la memoria el número de generaciones dedicadas a su cuidado y orientada productivamente en los cultivos extensivos de regadío como la patata y la sandía. Se caracteriza también por mantener una importante cabaña de 120 ovejas que, además de un aporte económico gracias a la venta de corderos, aporta también un elemento fundamental para una explotación agraria que lo es más en cuanto al cultivo de la patata: el estiércol de oveja . La rotación con cultivos de cereales y forrajes, la ganadería y la aplicación de estiércol orgánico permite así un cultivo sostenible de la patata, aplicando los principios agrarios que ahora se difunden como «agricultura regenerativa» y que los de Can Llucià vienen practicando durante generaciones.

Destino Inglaterra

Marí ha querido remontarse a los tiempos en los que el campo ibicenco empezó a cultivar de manera masiva lo que se llamó «la patata inglesa, que se cultivaba y trasladaba con mucho esfuerzo, en carro, desde todos los puntos de la isla para mandarlas a Inglaterra». El director insular de Medi Rural también ha recordado en la presentación que «en todas las fincas ibicencas no solía faltar el cerdo para las matanzas, así como un espacio para la siembra de patata. Un cultivo que se mantiene a través del tiempo».

De esta manera, en la campaña de 2023 se han sembrado 158 toneladas de semilla de patata, diez veces más que hace una década, que se prevé que proporcionen hasta tres millones de kilos de patata ibicenca. «La gran mayoría de la cosecha se consumirá en la misma isla de Ibiza, sin embargo también se transportará una buena cantidad al resto de las Islas Baleares», tal como ha explicado Marí, que ha querido distinguir entre los distintos tipos de patata que se cultiva en Ibiza, «dos terceras partes de las semillas sembradas son de patata roja, el resto es de patata blanca». Así, junto a la algarroba, Marí ha querido poner en valor que la patata ibicenca «es el cultivo que más toneladas produce en Ibiza».

Al referirse a la patata roja ibicenca, Marí distingue entre distintas variedades, «es verdad que había una variedad antigua que ya apenas se cultiva y que se usaba para el autoconsumo. Las variedades de patata roja que podemos encontrar hoy en el mercado son, básicamente, la cirer y la bertina». Sin ningún tipo de rubor, el director insular se atreve a asegurar que «la patata roja ibicenca es la mejor patata de España. Además es el mejor acompañante de nuestros platos más emblemáticos: tras un ‘sofrito pagés’ o un ‘bullit de peix’ siempre hay una buena patata».

Retraso en la recogida

«Por culpa de las últimas lluvias vamos con tres semanas de retraso en la recogida de patata de este año», reconocía Toni Tur responsable de Can Llucià. Tur no se atrevía a pronosticar cuál será la cantidad total de patata recolectada de los «2.200 kilos de semilla que hemos sembrado». Una producción que «vendemos directamente a nuestros propios clientes, que básicamente son restaurantes de la isla», tal como explica Tur, que subraya que «en el periodo de 25 años hemos pasado de tener una hectárea de regadío a prácticamente seis a día de hoy. Dos de las cuales las dedicamos a la patata, normalmente de la variedad bertina». Otro de los valores que Tur pone sobre la mesa respecto a la finca de su familia es el uso de ovejas que, «gracias a ellas disponemos de estiércol suficiente para nutrir la tierra y es uno de los valores que le dan a nuestra patata la calidad que tiene». Otro de los valores respecto a la cabaña de ovejas de Can Llucià que Tur ponía en valor es que «en cuanto se retira el cultivo, las ovejas son las encargadas de limpiar todo el terreno a la vez que se alimentan».

Tras esta cosecha, durante el mes de agosto, se procede a la segunda campaña de siembra de lo que se viene llamando ‘patata tardana’ y que se recoge a finales de año.