Este licenciado en Veterinaria, ya jubilado, afronta con ilusión y con una gran sonrisa el encargo del obispo Vicent Ribas. Juan Torres (Santa Gertrudis, 1952) se estrena en el cargo de director de Cáritas agradeciendo la labor de socios y voluntarios, a quienes recuerda que su razón de ser son todas las personas que entran por la puerta de la ONG para pedir ayuda.
-¿Qué le ha motivado a aceptar el cargo?
-Es una responsabilidad y es difícil decirle al obispo que no. Hay que aceptar esta propuesta y además me siento muy honrado por haber sido elegido.
-¿Cómo empezó su relación con Cáritas Ibiza y por qué etapas ha pasado?
-La verdad es que no creo que el obispo haya pensado en mí por esta relación, porque ha sido poca. Estuve en la pastoral carcelaria y después de un tiempo lo dejé por circunstancias que no vienen al caso. He colaborado de manera puntual y así, mi relación con Cáritas no ha sido una gran relación y no creo que el obispo me haya elegido por tener un gran conocimiento sobre la entidad. Sí que soy un hombre de iglesia y este hecho ha podido intervenir.
-¿Qué pensó cuando recibió la llamada del obispo Vicent Ribas?
-Que se me acababa una vida de jubilado como la que he tenido hasta ahora y que empezaba una etapa que, seguramente, me dará muchas satisfacciones, además de preocupaciones. Estoy satisfecho, sí.
-Dice que todavía tiene que ponerse al día. ¿Con qué Cáritas se ha encontrado?
-Con la que me esperaba. Una Cáritas que es un ejemplo de funcionamiento, con unos trabajadores muy involucrados. Cáritas está muy marcada por el tema del voluntariado que aporta una gran conciencia y compromiso y es gente muy ilusionada y motivada. Ello se contagia al resto de empleados, técnicos que deben estar con nosotros porque aportan sus conocimientos para llevar adelante la labor de la entidad.
-Destaca la labor de los voluntarios, pero también de los socios.
-Sí. Cáritas siempre ha tenido falta de voluntarios y con la pandemia este hecho todavía se ha visto incrementado, al tiempo que han aumentado las necesidades de la ONG. Después del Covid, necesitamos más y, por ello, me gustaría animar a colaborar a todo aquel que pueda echarnos una mano, tanto si es poca como mucha su disponibilidad. Es de agradecer y aporta mucho al trabajo de Cáritas. También los socios son un elemento muy importante porque dan estabilidad y podemos contar con ellos para saber qué podemos hacer. Además, tener una cantidad fija todos los años nos ayuda a hacer previsiones. Muchos de nuestros proyectos están subvencionados por las administraciones, pero las subvenciones nunca dan el 100% y hay muchos gastos y cosas que quedan en el olvido, lo que nos provoca pérdidas. Cáritas no debe tener beneficios, pero tampoco pérdidas.
-Imagino que cada uno podrá colaborar en la medida de sus posibilidades.
-Efectivamente, con una cantidad mensual, trimestral o anual. Poder prever todos los años con qué cantidad contamos es crucial y animo a la gente de las Pitiusas a que se haga socia. Hay donantes excepcionales, como la comunidad alemana que a través de un abogado aporta mucho. También la Fundación Julián Vilás Ferrer o la Fundación Abel Matutes, entre otros. Los socios dan estabilidad y estamos muy agradecidos. En estos momentos, podemos contar con unos 40.000 euros al año gracias a los socios pero, para las necesidades de Cáritas, nos quedamos muy a la cola de lo que nos gustaría. Además, uno de los hechos más importantes es que los socios son gente de edad y cada vez contamos con menos y aquí tenemos un problema.
-La sociedad pitiusa es solidaria.
-Es muy generosa y se vio con la pandemia. Había falta de alimentos y la respuesta fue excepcional.
-¿Qué piensa de los contrastes que se dan en las islas, con gente durmiendo en la calle y después ese gran mercado del lujo?
-El hecho estructural de cómo está montado todo el tema económico es así. Cada vez hay más familias en riesgo de exclusión y se calcula que el 20% de las familias están en este riesgo, lo cual es mucho. Si tenemos en cuenta el problema de la vivienda, la inflación o el coste de la energía, en comparación con los sueldos que suben poco, nos estamos encontrando en Cáritas con personas con trabajo que no pueden llegar a final de mes y este perfil cada vez es más habitual. Personas que acuden al comedor o al reparto de alimentos, tienen detrás a una familia y son muchos los ciudadanos con necesidades. Están al límite, en riesgo de exclusión.
-La entidad ha reconocido temer la llegada del invierno.
-Sí y por ello este llamamiento tan urgente al voluntariado y a los socios. Es urgente que todos participen. Quien pueda económicamente, que lo haga. También es muy importante que se animen voluntarios jóvenes, a partir de 16 años, porque tienen energía y un gran compromiso y, para las sociedades del futuro, es muy importante si vamos educando a jóvenes comprometidos y críticos con la sociedad.
-En la presentación de la memoria de actividades de 2021 se puso de manifiesto cómo se habían repartido alimentos por valor de 300.000 euros.
-Es mucho y lo que nos gustaría es poner en marcha las tarjetas solidarias, aunque deben ponerse de acuerdo varias instituciones. Es difícil llevarlo a cabo, aunque la voluntad de la confederación de Cáritas es impulsar su uso porque, para un ciudadano, no es lo mismo ir a comprar con una de estas tarjetas que tener que acudir al banco de alimentos a recoger las bolsas.
-¿Qué le gustaría impulsar en la entidad pitiusa?
-Por ahora no tengo nada decidido. Creo que con poder continuar la gran labor que ha hecho mi predecesor en la dirección, Juan Marí, y tratar de no estropearlo, estaré satisfecho.
-¿Qué opinión le merece la lentitud administrativa que provoca que centros como Sa Joveria o Es Gorg todavía no estén en marcha?
-Que estamos en un mundo demasiado encorsetado. Me consta que la voluntad del Consell, de los ayuntamientos o de Cáritas, es que todos estos proyectos vayan adelante porque serán herramientas muy importantes para paliar muchas de las necesidades actuales.
-¿Cree que la sociedad es ahora más insensible, por ejemplo, en relación a personas que duermen en la calle y a quienes no se presta atención?
-Sí, les diría que se pongan en el lugar de estas personas. Caer en exclusión nos puede pasar a todos. Alguien puede tener un trabajo, puede llegar una crisis y que su empresa cierre. Según las circunstancias, es muy difícil en ocasiones volver a engancharse al mundo laboral. Nos puede pasar a todos por guapos seamos y es una gran pena. Alguien que debe dormir en la calle, es muy difícil. Su dignidad se ve truncada y es muy complicado que puedan volver a reinsertarse en la sociedad. Es una de las cosas que más pena dan. Vemos que la sociedad ibicenca es muy solidaria, pero esta solidaridad hay que sistematizarla y organizarla. Qué mejor manera que colaborar con Cáritas, una institución con una gran austeridad, con gastos mínimos de administración, que es eficaz y que es una institución de confianza. Es una forma muy buena de desarrollar ese sentimiento de solidaridad.
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