Una de las cosas que más llama la atención cuando se habla con la cantante y directora musical ucraniana Kristina Kyashko (Ivano-Frankivsk, 1990), es su entereza. Al principio su voz suena quebrada, desanimada y hasta cansada pero según pasa la entrevista todo cambia y la directora del coro de la Iglesia griega y ucraniana en Ibiza se torna fuerte, decidida y valiente para hablar de su trayectoria en la música, del coro fundado en diciembre del año pasado, de su participación este domingo en el evento Cant per la Pau y, sobre todo, de la situación que vive su país desde que Rusia decidiera invadirlo comenzando a una guerra terrible. Y todo entre grandes muestras de agradecimiento a la sociedad ibicenca, española e internacional.
— Con lo duro que están siendo estos días para los ucranianos... ¿aún hay fuerzas para cantar?
—Sin duda. La música es la mejor medicina para el alma y el espíritu en estos momentos. Ayuda muchísimo porque permite sacar fuerzas y energía cuando piensas que ya no las tienes.
— Además, si algo ha demostrado la música a lo largo de la historia es su capacidad para mover conciencias y unir a la gente.
—Es cierto. A pesar de lo mal que lo estamos pasando los ucranianos desde que Rusia decidió invadirnos sin ninguna razón, ver el apoyo que estamos teniendo desde todas partes del mundo es muy gratificante. Es algo que nunca olvidaremos y nos ayuda a mantener alto el ánimo.
— Se organizan recogidas de materiales, ropa y ahora el evento Cant per la pau el domingo en el Reina Sofía con las corales de Ibiza. Esto es algo nunca visto en la isla.
—Sí, es una iniciativa preciosa. Ver como los coros han respondido tan rápidamente para participar, sumándose a la iniciativa, es algo que quedará siempre en nuestra memoria. Está siendo increíble porque no hay rincón en la isla del que no estemos recibiendo ayuda o cariño.
— Eventos como éste del domingo se están sucediendo en todo el mundo. ¿La cultura de Ucrania está siendo más conocida que nunca?
—Pienso que sí. Orquestas de todo el mundo están interpretando nuestras canciones, himnos o composiciones sin saber el idioma y con las complicaciones que eso supone y eso también es muy bonito. Es una demostración más de que la cultura y la música son básicos para unir a todo el mundo, venga de donde venga.
— Hablando del coro de la Iglesia griega y ucraniana. ¿Cómo surgió la idea de crearlo?
—En diciembre del año pasado. Yo soy la esposa del Padre Demetrio ya que en nuestra iglesia los sacerdotes tienen derecho a casarse, y cuando llegamos aquí decidimos formar un grupo que pudiera cantar en las misas de los domingos en la Capilla de Lourdes de Santa Eulària.
— ¿A su favor jugó el que usted ya tiene una amplia trayectoria en el mundo de la música?
—Es verdad. Estudié en el Ivano-Frankivsk Music College graduándome en la prestigiosa Academia de Música en la ciudad de Lviv donde obtuve un título en dirección. Después, antes de llegar a España trabajé en un instituto de música en mi país natal donde enseñé dirección y coros y cuando estuvimos en España he tenido el inmenso placer de dirigir los coros de iglesias ucranianas en Valencia y Denia.
— ¿Son muchos? ¿Cuándo se juntan?
—Poco a poco hemos ido haciendo un grupo pequeño pero estable. En apenas tres meses habíamos conseguido juntarnos unas 12 personas, hombres y mujeres, de distintas edades. Intentamos ensayar cuando podemos, a veces los miércoles o los jueves, y sobre todo antes de cada misa, una hora antes, en un local junto a Cáritas de Santa Eulària.
— ¿Tan importante es la música en las misas de su iglesia?
—Sin duda. Somos una rama de la Iglesia Católica bajo el Papa pero nuestro servicio es plenamente cantado, como si fuera un diálogo entre el sacerdote y los asistentes, y por eso es necesario un grupo estable que se sepa las canciones en todo momento.
— ¿Han pensado en dar conciertos o grabar un disco como otras corales de Ibiza?
—Paso a paso. Acabamos de nacer y ahora tenemos que ir paso. De momento, lo último que estamos haciendo es aprender una canción sobre lo que se vive en Ucrania con estrofas como ‘Dios, quítanos los grilletes, no nos dejes morir en el yugo, dale libertad a Ucrania, dale felicidad y destino'. Es una pieza musical escrita hace mucho tiempo pero ahora desgraciadamente es muy relevante porque la historia de Ucrania siempre ha sido muy difícil.
— ¿Cómo surgió participar en Cant per la pau del domingo?
—Fue una gran sorpresa. Cuando empecé a escuchar que se estaba organizando una acción en apoyo de Ucrania con muchos coros de la isla y cantar Dona Nobis Pacem (Danos la paz) de Wolfang Amadeus Mozart pregunté a los miembros de nuestro grupo si querían participar y enseguida la organización nos invitó. Han sido muy amables.
— ¿Cree realmente que servirá para algo?
—Por supuesto. La idea de reunir a los coros de la isla y cantar por la paz me parece muy acertada porque solo a través de la música podemos calmar la angustia emocional y unirnos. De hecho, la música es el lenguaje de Dios, trae sólo bien y luz, compasión y comprensión, paz y amor.
— Usted nació en 1990. Es hija de la independencia de Ucrania. ¿Cómo vive todo lo que está pasando?
—Imagine. Con una sensación de rabia, impotencia y frustración tremenda. Yo nací en julio de 1990 en la región de Ivano-Frankivsk, al oeste de Ucrania, y el 24 de agosto de 1991 mi país fue declarado independiente. Mi generación es la primera en un estado independiente y ahora sucede todo esto de Rusia. Es tremendo.
— ¿De dónde sacan la fuerza y la entereza los ucranianos para resistir?
—Del amor por nuestro país. Y, en mi caso, yo tuve el privilegio de que mi abuela fuera guerrillera en la lucha por la independencia, siendo prisionera y viviendo una dura represión de las autoridades soviéticas que torturaron y destruyeron a todos los ucranianos. Así que yo sé muy bien, por su propia experiencia, lo que tenemos que luchar para seguir siendo independientes.
— En su caso, ¿cómo se vive el conflicto desde la distancia?
—Con mucha angustia. Mi casa está muy cerca del aeropuerto, que está siendo constantemente bombardeado, y de una unidad militar. Mis padres están en un sótano escondidos durante varias horas al día, día y noche, debido a las alarmas y eso es muy difícil de aguantar.
— ¿Han conseguido traer algunos familiares a Ibiza?
—Sí. Afortunadamente, mi hermana y mi sobrino están aquí ahora, pero mis padres no han querido salir ya que están convencidos de defender a su país de la invasión rusa a pesar de que tienen 62 años. Lo peor es llamarles todos los días con el miedo y la preocupación de que te cojan el teléfono o no, pensando si les ha pasado algo grave.
— Lo cierto es que muy poca gente acaba de entender la decisión de Rusia.
—Es que no tiene explicación. Es un enemigo sediento de sangre que no tiene problemas en matar de forma deliberada a civiles, a niños y niñas o a personas que esperan en largas colas para conseguir un pequeño trozo de pan. O destruir sin piedad a casas e infraestructura. Saquean, queman y torturan a la gente y hasta están violando a las mujeres.
— Entonces, ¿ve cercana la paz?
—Ojalá. Hoy la paz es el único eslogan en el mundo, y ten por seguro que desde hace apenas unas semanas entendemos mejor ¡cuán importante es para toda la humanidad. Ahora en Ucrania la necesitamos cuanto antes, mientras aún haya algunas personas vivas en nuestra tierra. Si tardamos mucho puede ser demasiado tarde. Pero también le digo que no puede ser a cualquier precio.
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