El joven investigador ibicenco, minutos antes de la charla con Periódico de Ibiza y Formentera.

Su trabajo puede suponer un antes y un después en el tratamiento del cáncer. El ibicenco Iván Pérez (Ibiza, 1993) forma parte del grupo de investigadores del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM) de Barcelona que han logrado transformar tumores resistentes a la inmunoterapia en vulnerables a este tratamiento. Además, han conseguido curaciones completas en ratones mediante una innovadora estrategia terapéutica en determinados casos de cáncer de mama.

—¿Cómo ha sido participar en ese interesante proyecto?

—De hecho, soy el primer autor del artículo. El proyecto es parte de mi tesis doctoral y es un honor haber podido contar con los compañeros que he tenido. Al final, el líder del proyecto ha sido el doctor Toni Celià-Terrassa y ha sido todo un lujo. Al final, las hipótesis, desde el principio y hasta el final, se han cumplido.

—¿Desde cuándo estaba inmerso en esta investigación?

—Desde junio de 2018. Empecé justo en el Hospital del Mar y fui el primer trabajador que se enroló en el equipo del doctor Celià-Terrassa y me dio este proyecto.

—¿Qué importancia puede tener a la hora de tratar un cáncer?

—Podría ser un avance muy importante en el mundo de la Oncología y, más concretamente, de la inmunoterapia. Hemos visto que la resistencia a este tipo de terapias viene de un tipo de célula muy especial que se llama ‘célula madre del cáncer' y lo que sucede con ellas es que, debido a una bajada de ciertos factores esenciales, evaden a nuestro propio sistema inmune. Así, las inmunoterapias se basan en potenciar el sistema inmune para matar las células tumorales. Se trata de potenciar nuestro propio sistema. Lo que sucede es que estas células madre, al bajar estos factores esenciales, se vuelven invisibles y el sistema inmune es capaz de matar las otras células, quedando una pequeña población que provoca que el tumor vuelva a crecer. De ahí vienen las resistencias a la inmunoterapia. Nosotros hemos visto que, gracias a este factor, somos capaces de reconfigurar los tumores y que todas las células se vuelvan visibles al sistema inmune. Así, establecemos las condiciones ideales para una inmunoterapia. Hemos conseguido resultados muy buenos en ratones y también en células.

—Además, han conseguido curaciones completas en ratones mediante una estrategia terapéutica en un determinado cáncer de mama.

—Exacto. No es el cáncer de mama más frecuente y supone entre un 15 y un 20 por ciento de los casos, aunque es el más agresivo. Hemos conseguido tasas de curación completas.

—¿No descartan ampliar el estudio a otros tipos de cáncer?

—En primer lugar, podríamos expandirlo a otros tipos de cáncer de mama y no sólo al triple negativo, abarcando todo el espectro de esta enfermedad. En el futuro, si todo va bien, se podría ver así si tiene el mismo tipo de efecto en otros tipos de tumores.

—¿Qué repercusión está teniendo el estudio que acaban de publicar?

—Está siendo altísima, muy elevada, y hay mucho interés mediático.

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—Sin duda, da esperanza a investigadores y, sobre todo, a pacientes.

—Falta comprobar si todo ello se traslada bien a la parte clínica y cómo podemos trasladarlo, que es uno de los pasos que tratamos de dar. Los resultados tanto en ratones como en líneas celulares son muy prometedores y, sin duda, dan esperanza.

—¿Cómo se inicia un estudio de estas características?

—Se empieza con una hipótesis de partida, en este caso, de un anterior artículo publicado en Princeton por el doctor Celià-Terrassa. El trabajo ya llevaba a pensar que la proteína que estudiamos, LCOR, podía tener algún efecto de inmunoterapia. Así, el punto de partida surge de datos previos muy robustos. En cualquier investigación, las hipótesis se van modulando por el camino. En este caso concreto, la hipótesis principal se cumplió a la perfección desde el principio.

—Será un proceso muy gratificante.

—Sí y no se puede describir mientras íbamos comprobando esos datos tan contundentes en la reducción de tumores en los ratones. Era algo que no esperábamos que fuera tan contundente. La satisfacción personal es enorme.

—Se demuestra con ello que apoyar la investigación es básica.

—Sin duda. El apoyo es esencial. En este país existen científicos que valen mucho la pena y hay que apoyarlos al 100 por cien. Hay mucho talento y es una pena tener que exportarlo cuando lo tenemos aquí. Hay que potenciar ese talento de la manera que sea. Sin ciencia, no hay futuro y es un hecho.

—¿Por qué se detectan más casos de cáncer?

—Se trata de un tema probabilístico. Cada vez somos más población y es relativamente normal que, cuantos más seamos, mayor sea la incidencia. Además, se están incrementando factores de riesgo como la obesidad, fumar o el medio ambiente. Según ciertas estimaciones, estamos en una pendiente ascendente en la aparición de tumores y es necesario invertir en investigación para poder luchar contra ello.

—El cáncer ya no es sinónimo de muerte.

—Totalmente. Lo que se pretende y nuestro compromiso como investigadores es reducir al mínimo la mortalidad de los pacientes y lograr que esta enfermedad, como mucho, se convierta en crónica, pero no mortal. Creo que nos vamos acercando a ese objetivo.

—Muchos enfermos han fallecido porque en pandemia retrasaron diagnósticos o tratamientos.

—Es un hecho. Los oncólogos cuentan que no se pudieron realizar muchas revisiones periódicas a ciertos pacientes y se incrementó la mortalidad.