A cuatro días de Nochebuena, cualquier mercado del país se encuentra más o menos abarrotado. No es el caso del Mercat Vell de Vila, que ayer lunes solo contaba con dos puestos activos, los dos dedicados a la venta de frutas, verduras y hortalizas. Uno de los puestos es el de Bartolo y Marilina, en el que llevan «por lo menos 20 años» y que resiste el invierno junto al puesto Rosa, que los lunes no abre su puesto de la floristería. El puesto de las aceitunas también se encuentra cerrado: «Creo que la responsable está enferma», informa Pepita, la responsable del otro puesto que permanecía abierto en la mañana de ayer en Es Mercat Vell.
«Si es que, quitando las farmacias, no hay nada abierto desde Vara de Rey hasta aquí», lamenta Bartolo para explicarse la falta de movimiento en la zona y sin perder la ocasión para quejarse de la limpieza, «limpian los lunes y hoy [por ayer] está un poco mejor, pero está un poco descuidado».
Actividad estacional
El responsable del puesto explica que la mayor actividad del Mercat Vell es en verano: «Después, se van todos de vacaciones». Además, durante los meses de enero y febrero «es peor: en enero se va Pepita de vacaciones y nos quedamos nosotros solos. En febrero quienes se van de vacaciones somos nosotros y Pepita se queda sola».
Sobre la clientela que sustenta los puestos que permanecen abiertos en invierno, Bartolo reconoce que «si no fuera por los restaurantes en verano, el negocio no se sostendría». «Trabajar en invierno nos cuesta dinero», añade Pepita desde su puesto: «El lugar más privilegiado de la isla para tener un negocio», presume. Y es que Pepita Ramis encarna la tercera generación de tenderas en el puesto cuyas vistas dan directamente al rastrillo «desde hace unos 40 años». Aunque durante el invierno no le salgan las cuentas, explica que abre «para mantener el Mercat Vell con vida, no queremos que esto se apague, por eso aguantamos. Claro que ganaría más dinero cerrando en octubre y quedándome en casa todo el invierno sin pasar frío aquí a las siete de la mañana».
Producto de proximidad
Buena parte del género que venden Bartolo y Marilina en su puesto llega «directamente desde casa». Y es que tanto la patata (de variedad ibicenca y de calidad extrema), como la lechuga, la acelga o la zanahoria proceden directamente del huerto de la pareja, la finca de Es Terç ubicada en Santa Gertrudis.
Producto de cercanía que Pepita también reivindica y en quien pone las esperanzas de futuro: «Cada vez hay más gente joven que viene con la conciencia de consumir producto de cercanía y de calidad que solo encuentran aquí». De manera que Ramis afirma que «no veo el futuro negro, menos después de este verano que ha sido bueno si lo comparamos con el año pasado».
Sin embargo, Ramis opina que «es una lástima que no se haga más por este sitio, que es uno de los lugares más bellos de Ibiza» y reclama que «se haga algo para revitalizar el mercado, sobre todo en invierno».
La peor temporada
Una de las razones por las que la veterana tendera opina que están pasando «la peor temporada del Mercat Vell que se recuerda» es la limitación del tráfico en la zona: «Mi opinión es que la gente se ha acostumbrado a que no pueden entrar en coche y para irse cargados con la compra lejos del coche prefieren no venir». Limitación que le impide poder ofrecer el servicio de reparto a domicilio: «No puedo tener la furgoneta aparcada fuera de Vila y entrar cada vez que tenga que preparar un pedido». Para Pepita, el ritmo de vida también es una de las razones por las que los clientes del mercado se han trasladado a las grandes superficies: «Aquí solo hay fruta, no hay pescado, carne o pan y, por eso, prefieren ir a grandes superficies y comprar de todo». Esto hace que la gente deje de contar con la presencia de este mercado y que, tal como cuenta Ramis, haya gente «que solo nos ve durante la feria medieval y se sorprende de que sigamos abiertos».
1 comentario
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Seguro que el Ayuntamiento les ayuda de la misma manera que al resto de comerciantes de la marina, cuna del socialismo ibicenco