Los artistas Patricia Boned, Doralice Souza, Diana Bustamante, Marga Guasch, Carmen Liberal, Antoni Marí Tirurit, Ángel Zabala y el formenterense Enric Riera componen la representación pitiusa en la exposición Canyissos que se inauguró este sábado en el Auditorium de la localidad mallorquina de Porreres.
La exposición ha sido comisariada por Antonio Torres Martorell, siendo una producción de ArtambB en colaboración con la Fundación Baleària, el Consell de Mallorca y el Ayuntamiento de Porreres. En ella, además de los pitiusos, participan 54 artistas llegados fundamentalmente de Baleares, aunque también han sido invitados otros de Valencia y de Galicia.
Según explicó ayer la organización de la muestra todos ellos han intervenido de forma artística un sequer o canyís (cañizo), un elemento popular compuesto de tablillas de madera entrelazadas de forma paralela y reforzadas con bastones transversales que se usaba tradicionalmente para sostener tejados, hacer cercados o para secar el albaricoque. Concretamente, en el caso de Porreres, se usaban desde la década de los 40 del pasado siglo, siendo de madera de pino o de albaricoquero para evitar en lo posible la humedad y con unas dimensiones de 90 por 65 centímetros.
Ahora, gracias a los artistas participantes «este cañizo humilde y sencillo que forma parte de la memoria colectiva de la época dorada del albaricoque en este pueblo mallorquín se transforma en lienzo para dar un nuevo mensaje y llenarse de texturas y de colores, incorporando la utilidad artística a su base fundamental, dotándolo de una vida nueva más allá de la funcional, casi perdida».
De hecho, el comisario de la exposición, Antonio Torres, la idea de poner en marcha la muestra surgió de una conversación informal con el concejal de cultura de Porreres, Gaspar Mora «en la que se habló de cómo podríamos hacer una exposición que naciera en su pueblo y lo representara con la participación de artistas de fuera y así mostrar las obras en otros lugares de Mallorca, Baleares y la Península».
Finalmente se dio el paso proponiendo a los participantes el increíble reto de transformar una pieza que durante años ha secado albaricoques en una obra de arte, consiguiendo un resultado «sorprendente que dice mucho de la magia de la inspiración y de la creatividad de los artistas que han ideado obras muy distintas con el único nexo de unión de los canyís».
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