Según explicó el conocido pintor y escultor a Periódico de Ibiza y Formentera se trata de una escultura que ha sido elaborada íntegramente en madera de olivo. Tiene unas dimensiones de 1,60 por 1,20 metros y pesa unos 400 kilos. Según sus palabras «representa un corazón con otro corazón dentro» y por ello ha sido bautizada con el nombre de Cor Meum, la acepción latina empleada para decir corazón.
El inicio de esta bonita historia se remonta al año 2015 cuando Cayetano Miró sufrió un ictus por el que tuvo que ser ingresado en Urgencias del Hospital Can Misses. Al principio pensaron que era un infarto y le realizaron numerosas pruebas durante una semana hasta descartar finalmente que el problema estuviera relacionado con el corazón. «Fueron unos momentos muy duros para mí y para toda mi familia pero solo puedo tener palabras de agradecimiento para todo el personal del hospital que me atendió porque gracias a su gran labor ahora puedo estar aquí contando esto», confirmó este viernes el artista.
La idea de hacer la escultura empezó a rondarle la cabeza durante los días en que estuvo ingresado por lo que cuando recibió el alta se lo propuso al Doctor Balanzat quien se lo trasladó a la junta del centro hospitalario, quien finalmente dio su aprobación definitiva.
Después, sin tener muy claro como iba a hacer la escultura hace tres años encontró un olivo que alguien había arrancado para trocearlo y hacer leña con su tronco y sus raíces. Fue, según Cayetano Miró, como un flechazo. «En cuanto lo vi rápidamente supe que era lo que yo necesitaba y por eso sin pensarlo le propuse cambiárselo por tres camiones de leña y afortunadamente para todos aceptó encantado».
Proceso laborioso
Sin embargo, una vez que tenía la pieza el proceso no ha sido nada sencillo porque todo se ha hecho de forma manual y artesanal.
Según el propio artista primero empezó saneando el olivo, eliminando las partes que estaban podridas, ya que hasta que no se completara este proceso no se podía saber como iba a ser su forma definitiva. Y después, se puso manos a la obra para darle volumen y conseguir que transmitiera su idea. «Visto desde un ángulo me dio la sensación de que tenía forma de corazón, con las arterias saliendo, y fue en ese momento en el que comprendí que todo encajaba y que aquella pieza era perfecta para crear un corazón con todo lo que viví en el hospital», señaló el escultor cántabro.
Después, vino el toque final. Aprovechando que el olivo quedaba hueco por dentro a Miró decidió incorporar en su interior otro corazón, tallado con madera de albaricoque, que puede ser visto de cualquier ángulo.
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Es de bien nacidos ser agradecidos