Maria recibió al alcalde, a la concejala de Cultura, Cristina Ribas, y a la concejala de Gente Mayor, Ángels Marí, en el porche de su casa y vestida de payesa. De hecho, es la última vecina de Sant Josep que todavía utiliza actualmente la indumentaria tradicional y una de las tres que lo hace en toda la isla.
Con una salud envidiable, Maria Tur es una mujer animada y muy alegre, de réplica rápida e irónica. Acompañada de Antònia, una de sus hijas, explicó infinidad de anécdotas y confesó que hace cinco años de su última visita al médico. Entonces, el facultativo le dijo que «no hacía falta que le dedicara tanto tiempo, que lo gastara con gente que lo merece más. Todavía no tengo ganas de volver», precisó. La centenaria recibió de manos del alcalde de Sant Josep una placa conmemorativa del ceramista Toniet, así como un flaó, uno de sus postres preferidos. El Consistorio, además, le regaló una planta que le encantó.
Ya por la tarde, Maria Tur celebró su cumpleaños rodeada de sus cuatro hijos, siete nietos y sus tres bisnietos, dos niños y una niña. En cuanto a sus preferencias gastronómicas, Maria Tur explicó que, puestos a escoger, prefiere el bullit de carn frente a las legumbres: «Las lentejas, cada 15 días», apuntó. A sus 100 años, a Maria Tur le gusta cantar y recitar y disfruta de las visitas, así como de conocer a gente nueva.
El alcalde Ángel Luis Guerrero le dijo ayer que la irá a ver de aquí a un año. Eso sí, Maria ya le hizo un encargo para cuando vuelva a verla: el próximo flaó, «más grande».
Molts anys i bons, Maria!
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