La dirección General de Recursos Hídricos del Govern balear, dependiente de la Conselleria de Medio Ambiente, ha dado por finalizados los trabajos de limpieza del torrente d'en Ribes, cerca de Cala Gració en Sant Antoni, que se encontraba lleno de árboles caídos y secos tras el temporal de lluvia y viento que se cebó con la Villa de Portmany en octubre de 2019.
Según explicaron desde la Conselleria, se ha actuado sobre una franja de aproximadamente 1,1 kilómetros de torrente, la zona donde más árboles y ramas secas se concentraban.
El estado del torrente el año pasado. Foto: Daniel Espinosa.
En las labores de limpieza, que empezaron a principios de noviembre del pasado año, han participado cuatro operarios, una desbrozadora, una excavadora y dos camiones. Asimismo, desde Medio Ambiente reconocieron que los trabajos habían sufrido numerosos retrasos por las fiestas navideñas y por las malas condiciones climatológicas del mes de enero.
Los trabajos se han cubierto mediante el contrato ordinario de mantenimiento de torrentes con el que cuenta la Dirección General de Recursos Hídricos. Los árboles cortados fueron trasladados en camiones para su posterior quema.
Pese a las labores realizadas en el torrente y al tiempo transcurrido desde el temporal de 2019, todavía son muchas las zonas donde quedan árboles caídos y, después de este tiempo, totalmente secos, lo que supone un auténtico polvorín para los meses de verano.
Y es que, según los datos que facilitó en su momento la Conselleria balear de medio Ambiente tras una inspección aérea, se elevaba a 100.000 el número de árboles caídos tras el vendaval. Entre los meses de junio y septiembre de 2020 el Instituto Balear de la Naturaleza (Ibanat) retiró los árboles de unas 22 hectáreas, con un coste de 152.000 euros.
Se actuó principalmente en las zonas con mayor accesibilidad , mayor influencia en la interfaz urbano forestal, así como en las zonas que generasen discontinuidad en masas forestales de cara a los trabajos de un posible incendio forestal.
Una parte del residuo generado se astilló y se puso a disposición del Ayuntamiento de Sant Antoni para su empleo como acolchado en zonas ajardinadas, otra parte quedó para el uso de los propietarios de los terrenos y el resto fue gestionado por dos empresas maderistas locales para su empleo como biomasa.
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