Los días en los que el sol se esnconde, se convierten en la excusa perfecta para que los turistas que se alojan en la periferia, bajen al centro. | DANIEL ESPINOSA

La ola de calor que ha azotado Ibiza este fin de semana comenzó a remitir ayer de madrugada. Así, el día amaneció nublado y con cierta brisa, hecho que provocó una estampida de turistas hacia el centro de la isla, que se tradujo en calles, terrazas y tiendas llenas de personas que buscaban un plan alternativo al habitual «sol, playa y baños».

Lamentablemente, siguen sin ser muchos los que escogen un plan cultural, como una visita a Dalt Vila, para aportar un toque diferente a sus vacaciones. En cambio, muchos fueron los que aprovecharon para irse de compras y proveerse de souvenirs y regalos típicos de la isla para repartir cuando volvieran a casa. Otros tantos, trataron de mitigar, con un refrigerio en una terraza, un calor que, aunque remitió, no dio tregua en todo el día.

Sin pasar por agua
En un municipio como Ibiza, que goza de Patrimonio de la Humanidad , las posibilidades de perderse entre sus calles aumentan los días en los que no hace sol. Algunos hacían fotos por el Portal de Ses Taules y otros valientes se animaban hasta subir a la catedral, como Kay y su esposa, que se propusieron «llegar hasta arriba para hacer turismo y, de paso, buscar un sitio con vistas para comer cerca de la Catedral».

Sin embargo, las multitudes se concentraban en los stands de las tiendas de recuerdos y de ropa de la zona de La Marina. Claudia y su madre aprovecharon para «comprar algunos vestidos típicos ibicencos y algunas menorquinas» para llevarlos de vuelta a Madrid.

Las terrazas de Vara de Rey estaban más llenas de lo habitual. Desayunar a la sombra o tomarse una cerveza bien fresquita eran de los planes más demandados hoy. Bajo el toldo de una de las cadenas de café de Ibiza, Laura y Roberto, cogían fuerzas con unas tostadas y dos cafés cargados para «patearse Dalt Vila de arriba a abajo». Después, si les quedaban fuerzas, querían ir a la playa, aunque «sólo fuera para refrescarse y chapotear un rato» y finalmente, concluir el día con una visita al Mercadillo nocturno de Las Dalias.

A su lado, una pareja británica de avanzada edad compartía té y dos galletas. Sorprende porque la ausencia de turismo británico a día 3 de agosto, después de la cuarentena decretada por el Gobierno británico, es muy notorio.

«Son nuestros últimos días aquí», dice Ed. La pareja afirma que el día «sin un sol que quemara» les pareció la excusa perfecta para bajar al centro, y es que ambos se encuentran alojados en uno de los hoteles de Es Canar, en Santa Eulària, y no se habían movido de ahí hasta hoy.

Pero, como siempre, a muchos les gusta ir a contracorriente. A pesar de que el día no acompañaba, seguía habiendo gente esperando en el puerto para subirse al ferry de Formentera. Paula y David, dos malagueños que visitaban la isla por primera vez, eran los primeros en la cola. «Era lo que teníamos planeado para el día de hoy y no queríamos cambiarlo. Además, estar todo el día en la playa es mucho más cómodo si no te da un sol de justicia», concluyeron, tomándoselo con envidiable humor.