Hernández, trabajador de Valoriza, en la cuesta del Rastrillo. | Daniel Espinosa

Alberto Hernández era uno de los pocos trabajadores en el entorno de la Cuesta del Rastrillo y el Portal de Ses Taules. Dentro, en Dalt Vila, la ciudad vieja estaba desierta y sus calles parecían un decorado de cartón piedra de las películas del Hollywood más clásico. Si ya por sí fuera de temporada es un lugar por donde apenas se ve gente, durante estos días, con la medida obligatoria de quedarse en casa puesta en marcha por el Gobierno de España para no propagar el coronavirus, el panorama es desolador.

Una realidad que lleva comprobando durante los últimos días Alberto, trabajador de 45 años de Valoriza, la empresa concesionaria de limpieza del Ayuntamiento de Ibiza. «Dí que su trabajo es fundamental para nuestro día a día porque, aunque no tenga el mismo reconocimiento que otros y haya menos gente por las calles, alguien tiene que encargarse de limpiar la basura y la porquería que lanzamos todos los días», comentaba a su lado otro profesional al pie del cañón del que hablaremos los próximos días.

Noticias relacionadas

Del Cetis a Dalt Vila hace 15 días
No le falta razón. Vestido con su uniforme en colores naranjas y azules, una escoba y una gran cesta para echar las cosas, Alberto pasa seis horas y media todos los días recogiendo lo que dejamos o tiramos vecinos o turistas. Durante los últimos seis años ha estado en el entorno de la estación de autobús del Cetis y justo hace 15 días fue trasladado a la zona de Dalt Vila. Y el cambio, antes de que se declarara el estado de alarma, ya fue brutal. «He vivido un cambio radical en mi trabajo porque he pasado de estar en una zona donde había mucha densidad de gente, con escolares, autónomos, funcionarios del Ayuntamiento y de los juzgados, vecinos que iban a coger el autobús o simplemente dueños de negocios a las calles de Dalt Vila, donde prácticamente no te cruzas con nadie durante todo el día».

Tal vez por ello, Alberto Hernández asegura que no ha notado un cambio muy grande. «Esto sigue prácticamente igual y, tal vez, lo más importante que veo es que, al haber menos turistas, sobre todo del Imserso en esta época del año, tengo que recoger menos basura que de costumbre», explica con una gran sonrisa.

También confirma que trabaja «con respeto y precaución pero sin miedo» ante el posible contagio del virus. «Si tiene que venir, vendrá, pero, afortunadamente, yo trabajo al aire libre y no me cruzo con mucha gente, apenas unas 10 o 12 en toda mi jornada de trabajo», concluye antes de seguir camino por la cuesta y meterse por el arco del Portal de Ses Taules.