Hace ya 20 años, coincidiendo con el nombramiento de Ibiza ciudad Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1999, Jesús García e Isabel Delgado (Traspas y Torijano) comenzaron a montar, con la ayuda de sus hijos, un belén de lo más particular en su casa de Dalt Vila.
Según explicó García, comenzó siendo un belén «típico», con figuritas pequeñas, pero, dos o tres años después, el matrimonio se propuso crear uno en tamaño natural. Ese fue el inicio de todo.
El belén tiene algunas peculiaridades, como el hecho de que las figuras que representan a personas sean negras, ya que así eran los maniquíes del matrimonio y también por el hecho de que la «filosofía de vida» de esta pareja es que «todos somos iguales». Así, por ejemplo, el Niño Jesús es un muñeco de los que más «gustaba» a Isabel cuando era pequeña.
Poco a poco, el belén se fue formando. Comenzó con la Virgen, el Niño Jesús y San José, y luego se incorporaron una mula y un buey de papel que más tarde fueron cambiados cuando encontraron un par de ejemplares que se adaptaban bien. Más tarde llegaron el gallo y la gallina, préstamo de un vecino que ya no los quiso recuperar. Después, este matrimonio ha continuado buscando en tiendas y por internet para ir incorporando nuevos animales, como pollos. Como novedad, este año, tienen el pavo, la sargantana como símbolo de Eivissa e incluso la abuela dándoles de comer a los animales. Esta se encuentra «un tanto inclinada para que no se le vea la cara», ya que es un reciclaje de Halloween, dijo García.
En el belén también hay cerdos comiendo naranjas, las cuales –comentó García con ciera gracia– también puede tomar la gente que va a visitar el belén si le apetece. Hay más animales, como una familia de gatos–uno de los cuales intenta alcanzar la teta de la madre–, y un cordero y una cabra «en plan muy amistoso, porque el cordero salva a la cabra de la matanza de es Vedrà», prosiguió García.
Otra novedad de este año es la familia de patos, porque antes sólo estaba mamá pato. «No sabemos quién la ha montado, pero el caso es que han aparecido ocho patitos», señaló García, quien también mostró un búho que se mueve al compás de las palmas y que «atrae a la gente». Asimismo, hay una olla, que, aunque lleva tiempo en el belén, este año, con la entrada de la abuela, se ha alejado un poco para darle espacio a esta. Parece estar cocinándose algo en la olla, ya que le han puesto una luz por dentro para que dé la impresión de que hay fuego en su interior.
En definitiva, indicó García, en este belén «la amistad es fundamental; nosotros creemos que somos todos uno, seamos animales o personas de la raza que sea, y para eso es la Navidad».
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