«La situación en el interior del juzgado era caótica, con temperaturas muy elevadas de en torno a los mil grados. Se realizó un esfuerzo brutal con 14 bomberos trabajando en la zona cero del incendio y media docena más reponiendo equipos en el Parque». Son palabras de José Antonio López, el cabo de los Bomberos del Consell d'Eivissa que se encontraba como jefe de servicio la madrugada del pasado lunes.
Eran las 05.13 horas cuando una llamada alertaba sobre un incendio en el edificio judicial del número 4 de la avenida Isidor Macabich. Las primeras unidades que llegan al escenario se encuentran con un fuego que ya lleva un tiempo activo. Las lenguas de fuego buscan salida por los ventanales de la segunda planta y se extienden también por la tercera. Muy cerca, prácticamente tocando la fachada del inmueble, un árbol de grandes dimensiones que puede ayudar a que el fuego alcance otras plantas.
«Accedimos al edificio por el sótano y al llegar a la segunda planta nos encontramos un panorama muy complicado porque se trataba de un incendio en vertical en un inmueble que tiene muchas salas y con una gran cantidad de material inflamable. La visibilidad era nula entre la segunda y la quinta planta. El incendio desencadenó varias deflagraciones. Las ventanas reventaron y parte de la documentación que había en los despachos salió disparada por las ventanas», recuerda López
El dispositivo para atacar el incendio se organizó en grupos para acceder al inmueble por la planta baja, zona donde se localizan los calabozos, y desde allí ascender hasta las plantas que estaban siendo devoradas por las llamas e invadidas por el humo. Paralelamente se refresca el árbol presente en el parquin, un elemento que puede ser un obstáculo añadido.
«Nos adentramos en un edificio con altas temperaturas y un laberinto de puertas, estanterías y armarios repletos de expedientes que nos dificultó mucho localizar y atacar el foco del incendio. Tuvimos que acceder hasta la quinta planta para abrir la terraza, forzar la ventilación y rebajar la temperatura y el humo», relata López.
Durante las primeras horas, la Policía Local cortó el tráfico en la zona para facilitar el trabajo de los equipos de extinción. La actividad frenética en el interior del edificio quedaba reflejada en el rostro de los bomberos cuando salían por la rampa del sótano de los juzgados, pertrechados con el equipo autónomo de respiración y la mascarilla.
Desde ahí, los bomberos dirigían sus pasos hasta el vehículo pick-up donde se refrigeraban, tomaban aliento, y les esperaba una nueva botella de aire comprimido para su próximo relevo.
«Era como salir por las puertas del infierno. Además de las altas temperaturas, nos encontramos un edificio repleto de salas y despachos y con escasa visibilidad», señaló uno de los bomberos que intervino en la extinción del incendio.
«Trabajo duro pero satisfactorio»
El jueves, 72 horas después del devastador incendio, los efectivos que participaron en la extinción repasaron una intervención en la que participaron un total de 20 bomberos, se utilizaron 20 toneladas de agua, 33 botellas de aire comprimido, nueve mangueras de 25 metros, y seis vehículos.
El cabo López apunta al Periódico de Ibiza y Formentera que las sensaciones del trabajo realizado son positivas. «En líneas generales todo funcionó muy bien y entre los efectivos desplegados habían dos bomberos que se incorporaron recientemente al Parque y que se enfrentaron a un escenario muy complicado, por las temperaturas y la cantidad de humo».
Entre las conclusiones que servirán para posibles experiencias venideras: disponer de una persona que controle los tiempos de entrada al punto de fuego. López, cabo del Grupo de Rescate de Vertical (GRV), explicó que en los primeros momentos, con el incendio en su punto álgido, las entradas duraban unos 20 minutos. Posteriormente, los turnos eran de 30 minutos y cinco más de reserva.
El responsable del servicio recuerda que en los primeros momentos las temperaturas «eran muy elevadas. Los armarios se derritieron y los enlucidos de las paredes se desintegraron, lo que indica que las temperaturas superaban los 800 grados».
Asimismo, incidió en el hecho de que había zonas con «mucha carga de fuego». En estos casos se buscan zonas más frías desde donde atacar las llamas.
Los bomberos movilizados estuvieron hasta pasadas las 11.30 horas en el escenario del incendio, «pero el trabajo no acaba ahí. Tras extinguir las llamas y refrescar posibles puntos calientes, hay que ventilar el edificio y al llegar al Parque hay que seguir trabajando para revisar y reponer el material», advierte el cabo de bomberos.
Tres días después, los efectivos repetían guardia y era el momento de repasar un operativo que requirió un «esfuerzo brutal» por parte de un dispositivo en el que también participaron decenas de agentes de la Policía Nacional y Policía Local de Vila.
3 comentarios
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En los incendios (en particular los incendios producidos en el hogar), las llamas frías suelen ser de color rojo y producen la mayor parte del humo. Aquí el color rojo en comparación con el color amarillo típico de las llamas sugiere que la temperatura es más baja. Esto es porque hay una falta de oxígeno en la habitación y por lo tanto la combustión está incompleta y la temperatura de la llama es baja, a menudo ronda los 600º C a 850 °C. Esto significa que se forma una gran cantidad de monóxido de carbono (que es un gas inflamable) aumentando el riesgo de backdraft. Cuando esto ocurre, los gases combustibles, ya por encima de su punto de inflamación de combustión espontánea, están expuestos al oxígeno, monóxido de carbono, hidrocarburos en combustión y temperaturas temporales de hasta 2.000 ° C.
son 1000
Eso es imposible, serán 100 grados, que ya es una barbaridad. Si cuando entramos a una sauna con 80 grados, ya parece que nos morimos, imaginad a 1.000 g. Ja ja ja ja ja ja...