Un 21 de enero de 2015, el periodista que hoy escribe estas líneas empezaba así la crónica del día grande de Santa Agnès: «Santa Agnès vivió ayer la celebración de su día grande casi en familia. Y es que apenas un centenar de personas, casi una cuarta parte de ellas políticos de distintos partidos y representantes eclesiásticos, acudieron por la mañana a disfrutar con la misa, la procesión, el ball pagès, la degustación de bunyols y vi de la terra y la desfilada de carros».
Pues bien, cuatro años después sigue todo casi calcado, prácticamente sin ningún cambio ya que, además de coroners y algún que otro turista despistado por Corona, solo se dejaron ver el alcalde de Santa Eulària y candidato del PP al Consell d'Eivissa, Vicent Marí; el senador del PP Santi Marí, toda la corporación municipal de Sant Antoni, una amplia delegación de Podemos y algunos candidatos al Consistorio portmanyí como Simón Planells.
La única diferencia con respecto a otros años fue que el mal tiempo y la lluvia caída durante la mañana obligaron a reducir el trayecto de la procesión. En lugar de marchar por detrás de la iglesia y por el campo, las imágenes lo hicieron por la carretera que lleva hasta el pueblo, ida y vuelta hasta la carpa municipal, en apenas 500 metros.
Esto fue lo más relevante de un día en que Cristina Ferrer, ya exconcejala de El Pi de Sant Antoni, y Pep Tur, Cires, tuvieron casi más protagonismo que la santa. Lo mismo que la vicepresidenta segunda del Consell d'Eivissa, Marta Díaz, que en representación de la máxima institución insular vistió un abrigo de leopardo, unos enormes pendientes de inspiración Adlib y unos tacones con los que desafiaba a la gravedad que fueron muy comentados, sobre todo entre el público mayor allí presente.
Todos ellos, los que escucharon la misa del obispo de Ibiza y Formentera, Vicente Juan Segura, y los que esperaban en la terraza de Can Cosmi se tiraron un buen rato mirando al cielo con la esperanza de que no descargara como ya lo hacía con fuerza en Sant Antoni. Finalmente, las plegarias de unos y de otros fueron atendidas y a pesar de un tímido intento de lluvia en torno a las 13.00 horas, hasta el sol hizo acto de presencia durante unos minutos.
Fue al inicio de la demostración de ball pagès con los representantes de las colles del municipio de Sant Antoni. Bailaron sin los trajes tradicionales, en vaqueros, abrigos y botas y zapatillas, y eso gustó mucho a los presentes. «Me parece una gran idea porque es una forma de acercar el ball pagès a todo el mundo y que no parezca algo lejano y sólo cerrado a los que tienen los trajes», explicó María, vecina del pueblo y mujer de Joan, un coroner que disfruta comiendo bunyols, «sólo un día al año porque el médico me dice que tengo el azúcar muy alto».
El ejemplo de Santa Agnès
Antes, se había celebrado la misa. Como es habitual, en su homilía el obispo de Ibiza y Formentera, Vicente Juan Segura, volvió a poner de ejemplo a los presentes la figura de la santa que se conmemoraba ayer, Santa Agnès. Recordó que Inés de Roma (291-304), patrona de la Orden de los Trinitarios y considerada una de las grandes mártires de la Iglesia, fue una joven romana, «guapa y bella», que sufrió el martirio durante la época de Diocleciano por negarse a renunciar a su cristianismo y a perder su virginidad.
Finalmente, la jornada matinal terminó con el desfile de carros de barana y con algunos ponis ante unos pocos valientes que aguantaron el frío y de los que se apiadó la lluvia.
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