Sarnelli muestra su álbum de fotos; prefiere explicar su proyecto de forma palpable antes que a través de un teléfono.

Christian Sarnelli llegó a Ibiza por vez primera hace 15 años en su inseparable Citröen Saxo del 1997. Tras pasar por varios trabajos como camarero o cocinero, este emprendedor napolitano empleó lo que tenía en sus manos y en su abundante imaginación hasta dar con un proyecto genuino de alquiler de vehículos customizados al que denominó WeLoveIbiza Art-Car. Una apuesta por devolver a las carreteras vehículos destinados al desguace. Una reconversión de los vehículos de los años 90, que a tantos nos han visto crecer, no solo para darles una nueva vida, sino para transformarlos en obras de arte sobre ruedas y abogar por los valores sostenibles de la reutilización y el reciclaje. Sarnelli nos habla de su recorrido hasta ver materializado su proyecto de alquiler de vehículos, de su inagotable creatividad, así como de su forma de ver la vida o el consumo. Asimismo, tiene bien presente a todos aquellos artistas que han colaborado con él, una red de contactos que forma parte esencial del engranaje que hace posible su concepto de negocio y un modelo de isla sostenible.

—¿Por qué tiene tanto protagonismo en su idea un coche de los 90?
—Porque con el tiempo me di cuenta de que el Saxo, por poco que lo cuidara, era fiable y menos costoso de mantener que los vehículos nuevos. El Saxo nunca me dio ningún problema, mientras que los automóviles más modernos a menudo eran enviados al taller mecánico debido a sus muchos extras electrónicos.

—¿Cuándo y cómo arranca su proyecto?
—En julio del 2016 empieza todo. Por el amor que tengo por Ibiza, por el arte y por mi coche, se le da el nombre Weloveibiza Art-Car. Entonces, comenzamos con la compra de determinados modelos de coches de segunda mano. Los coches son de segunda mano porque del desguace no se pueden sacar. Una lástima porque yo a veces voy a recoger piezas y veo coches muy bonitos. Entonces, los vehículos los traigo de la Península porque están en mejor estado debido a que aquí hay mucha sal en el aire. Y recuperamos aquellos que en nuestra opinión fueron construidos para durar más en el tiempo. A continuación hacemos una detallada puesta a punto de la parte mecánica para luego pasar a la restauración de la carrocería y de los interiores. Por último, con la colaboración de artistas los pintamos y así obtenemos un producto único, hermoso y 100% reciclado. Yo estuve investigando y empecé a contactar con varias personas a través del ‘boca a boca' hasta que di con el colectivo de artistas que es lo que yo buscaba.

—¿Con qué artistas ha contado para pintar los vehículos?
—En nuestro proyecto hemos tenido el placer de contar artistas como: Txemy Basualto, Lauro Samblás y Amaya Arrazola del colectivo artístico Bali Green de Barcelona, o con el ibicenco Hosh y el Italiano Rossano Poletti. Cuando los Art-Car están listos se alquilan, así que los clientes van llevando nuestros colores por todos los rincones de nuestra linda isla.

—¿Los artistas cobran por pintar los coches?
—Los artistas no se llevan nada de dinero, es publicidad para ellos y son una parte siempre presente en el proyecto. Con ello, sus nombres no están olvidados y además, cada vez que alguien alquila un coche yo asesoro al cliente sobre el artista porque es una colaboración esencial para el negocio. Me llaman muchos artistas para colaborar, también internacionales, pero no puedo con tanta responsabilidad. Tengo mucho trabajo para mí solo.

—Uno de los principios de su modelo de negocio es la lucha contra la obsolescencia programada, que ocasiona la pronta caducidad de los aparatos electrónicos de última generación ¿Cuál es su punto de vista al respecto?
—Sí. Muchos amigos me decían: ‘¿por qué no te compras un coche nuevo?' Pero a mí no me hacía falta, yo estaba bien con mi coche y además veía que los coches nuevos traían cada vez más fallos. Entonces, uno de mis ideales es el del reciclaje y el de enviar un mensaje contra la obsolescencia programada. Hay un problema bastante grande con esto, porque se producen cosas que ya se sabe cuando van a estropearse. Esto lo que hace es generar más basura electrónica y toda esta basura ¿adónde va a parar? Pues a África porque aquí no hay lugar para ello. Hablamos de montañas de basura electrónica y lo curioso es que esto antes se mandaba como basura y ahora este material se envía como «donación». Una forma de darle la vuelta. Además, el mismo material que se envía a África ha sido producido en los mismos países. Y ya se sabe que detrás de todo esto hay guerras y demás. Como las provocadas por el mismo material empleado para teléfonos móviles.

—Y, ¿los coches modernos?
—En nuestra opinión, los coches fabricados a partir del año 2000 en adelante, están construidos para fallar, mientras que los coches creados antes de esa fecha fueron construidos para durar más. No creemos que la obsolescencia programada sea una estrategia económica viable a largo plazo. Asimismo, no nos parece justo que en un mundo donde la basura electrónica aumenta cada vez más y los recursos disminuyen a un ritmo increíble, donde en ciertos casos, se están librando guerras para obtener esos recursos, las empresas sigan fabricando coches o electrodomésticos más tecnológicos, pero menos duraderos.

—Entonces, ¿qué solución propone su negocio?
—Es muy preocupante que nuestra sociedad abogue por los valores de desechar y comprar constantemente. Las cosas viejas aguantan mucho más. La gente compra este tipo de productos modernos porque son más económicos, pero detrás hay condiciones muy duras en materia de mano de obra, por ejemplo. Por tanto, creemos en el valor de reciclar y en la capacidad de hacerlo de manera creativa. No nos parece correcto desperdiciar cosas que todavía pueden utilizarse bien, como nuestros coches y muchos de los materiales que usamos. Y estos valores se recuperan reuniendo el amor por el arte, por el reciclaje y por el respeto por el ámbito sociocultural en el que actuamos. Estamos tratando de crear algo de lo que podamos estar orgullosos y con estos coches, queremos traer de vuelta un poco la atmósfera de los tiempos pasados en la isla, cuando no importaba qué coche se conducía o qué ropa llevabas, sino que lo importante eran las ganas de pasarlo bien y difundir buenas energías alrededor.

—Pero, ¿cómo volver a los orígenes en la isla?
—El verdadero espíritu de la isla es creativo, alternativo y libre. Por eso nos enfocamos a ofrecer un producto que creemos tan único como la isla misma. También colaboramos con muchos artesanos, porque es una figura importante cada vez más olvidada. Creemos también en el consumo responsable, donde el consumidor cubre un papel clave, que es el de decidir qué consumir y qué negocio financiar. Teniendo en cuenta que sólo los peces muertos nadan con la corriente, estamos orgullosos de ir en contra de la marea.

—Los coches de los 90 emiten más contaminantes...
—Esto habría que puntualizarlo bien porque los coches nuevos consumen menos y generan menos polución, vale. Pero yo no sé, honestamente, quién hace esos estudios porque hace 10 años, si no recuerdo mal, decían que los diesel contaminaban mucho menos y ahora resulta que contaminan más. Y luego, por otro lado, está el hecho de que mis coches ya están construidos. Lo que quiero decir es que, destrozarlo lleva un trabajo de maquinaria que funciona con energías contaminantes. Fabricar otro, en mi opinión, contamina también más que seguir utilizando este vehículo hasta el fin de su círculo vital. Entonces, fabricar un coche nuevo, que va a durar 15 años, contamina más que seguir utilizando nuestro coche viejo. Al final las cuentas no convienen a nivel social, ambiental y económico.

—¿Qué es la exclusividad para usted?
—La exclusividad es un término muy vinculado a Ibiza. Exclusivo es algo que no encuentras en ningún lugar y que además, aporta algún valor. La gama alta para mí no es exclusiva porque lo puedes encontrar en cualquier sitio y comprarlo con dinero. Y una cosa que puedes comprar en cualquier sitio no es tan exclusivo. Estos coches para mí son exclusivos, son únicos en toda Ibiza pintados cada uno por un artista diferente. Eso es la exclusividad.

—Y, ¿qué otras ideas tiene en mente?
—A partir de octubre quiero organizar recorridos artísticos que consisten en llevar a los clientes de perfil cultural medio-alto de turismo rural y alternativo, como a visitar lugares de interés cultural. Ibiza es una cuna de artistas de todo el mundo pero no están muy expuestos y lo que quiero es asesorar a los turistas al respecto. Una apuesta por el turismo experiencial que presentaré al proyecto Ibiza Creativa (la red impulsada por las instituciones de la isla para promover el turismo creativo). La verdad es que gracias a los artistas se plantea un buen futuro y otros proyectos que tengo en mente serían el arte reciclado en muebles y tal vez pintar coches a terceros o, ¿por qué no? Exponer alguna de las obras en una rotonda, a modo de escultura, como con uno de mis coches, que tras sufrir un accidente aprovechamos para hacer un performance fotográfico.

—¿Cuál es su objetivo final?
—Todo está para alimentar un sueño y el objetivo es devolver a Ibiza su imagen real. Hay que revertir la imagen de la Ibiza comercial, porque si dejamos que lo invada todo, no la vamos a poder diferenciar de cualquier otro lugar. Ibiza siempre tuvo turismo y buena economía, no sé porque ahora estamos tomando otro camino. Por tanto, para mí este tipo de proyectos representan la resistencia creativa de Ibiza. Hay otras personas en otros sectores luchando por esto, el problema es lo difícil que resulta luchar contra el status quo. Weloveibiza Art-Car no trata solo de pintar coches, nos gustan todas las ideas creativas en general. La creatividad es un estímulo que te ayuda a superar los momentos difíciles. Recuerdo que en la escuela nos decían que nosotros éramos el futuro. Pues ahora somos el presente y lo queremos creativo, colorido y sostenible.