La tarde la iniciaron los más pequeños. En las butacas los familiares observaban, muchos móvil en mano, para no perderse ni un detalle. Estudiantes de danza desde los cuatro a los 14 años mostraron lo aprendido en baile moderno, claqué o clásico. Con un cuidado vestuario y un gran trabajo de iluminación y sonido, los bailarines fueron subiendo al escenario. Entre bambalinas, Sandy y el resto del equipo controlaba que todo saliera perfecto y todo el mundo estuviera preparado antes de salir.
Los más pequeños sorprendían con sus habilidades, a pesar de no levantar más de cinco o seis palmos del suelo, e inspiraban ternura con sus titubeos sobre el escenario y sus miradas hacia el lateral, donde las profesoras recordaban los pasos.
Las actuaciones de los adolescentes denotaban ya un grado de trabajo mucho más duro, por su sincronía y sus movimientos, en un campo, el de la danza, que como la música requiere muchas horas de ensayo y esfuerzo.
A nivel senior, las coreografías profesionales se sucedieron en las modalidades de clásico, funk, claqué, contemporáneo y ballet.
Un espectáculo realmente atractivo, que se podrá disfrutar también hoy, y cuya recaudación irá destinada a las asociaciones Aspanob, de ayuda a padres de niños con cáncer; Apaac, de ayuda a afectados por el cáncer; y las asociaciones de apoyo a personas con discapacidad: Aspanadif y Cas Caleru.
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