Mientras en el Consolat de Mar tienen una recta final de año movidita, en Ibiza los profesionales sanitarios continúan con sus quejas por el decreto que les obligará a demostrar sus conocimientos de catalán para poder trabajar aquí. Un requisito lingüístico al que el PSIB accedió tras las presiones de sus socios de gobierno (sí, otra vez Més) y que amenaza con llevarse por delante todo el bagaje conseguido, lo mismo que le sucedió al PP con el decreto del trilingüismo. La consellera Patricia Gómez aseguró en el Parlament que la asistencia sanitaria está garantizada, pero lo que está claro es que para trabajar en Can Misses se escogerá primero al que sepa combinar mejor los pronoms febles que al que tenga más destreza con el bisturí. Otra cuestión son los médicos y enfermeros que llevan décadas viviendo en las Pitiusas y todavía no han sido capaces de conseguir un título de catalán. Ahora les darán dos años, tiempo, a mi entender, suficiente para conseguir el título de B2. Eso sí, la Conselleria de Salut debería darles todas las facilidades del mundo para que puedan sacárselo.
Esta ha sido una semana de condecoraciones para ibicencos ilustres. Por un lado, el arquitecto ibicenco Elías Torres Manyà ha sido reconocido con el Premio Nacional de Arquitectura 2016 junto a su compañero de despacho José Antonio Martínez Lapeña, mientras que la jurista Olga Cardona ha ingresado en la Real Academia de Jurisprudencia de Balears, un acto celebrado en la sede de la UIB.
También hemos tenido que lamentar la pérdida de Antoni Pomar, a los 90 años de edad. Pomar formó el Grupo Puget junto con Vicent Ferrer Guasch, Antoni Marí Ribas Portmany y Vicent Calbet. Él se ha ido pero sus obras, paisajes y momentos de la vida cotidiana ibicenca quedarán para siempre en nuestra memoria.
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