No es una actividad fácil, es compleja y supone salir de nuestros sitios de confort y trabajar donde está la familia», dijo. En este sentido, destacó en este cambio el papel de la familia. «Es imprescindible trabajar con la persona cuidadora y la familia para asegurarnos unos cuidados correctos» e incidió en la necesidad de formar a los cuidadores.
«A la gente le pedimos que cuide sin enseñarles a cuidar», añadió. Incidió en la importancia del gasto y los recursos limitados por lo que «la atención domiciliaria es mucho mejor para la persona y el sistema».
El director de Gestión, Yago Gómez, aseguró en su intervención que alrededor de unas dos mil personas ingresadas en Can Misses durante 2015 podían ser usuarios para la futura unidad de convalecencia del hospital.
En las jornadas se dieron a conocer experiencias de atención domiciliaria que se realizan en Can Misses, como es el caso de la Unidad de Cuidados Paliativos (UCP) y de Atención a Domicilio que lleva 15 años en marcha. «La complejidad del paciente en su domicilio no viene dado por los problemas clínicos puros sino por todo el entorno social, familiar y psicoafectivo que te encuentras cuando llegas al domicilio», dijo Pilar Rapún, coordinadora de la UHD.
En su intervención expuso un caso de una pareja mayor que vive sola en el campo en la que el hombre sufre un ictus y está encamado. «En su casa tiene una cama de hospital, lleva dos sondas y una máquina de alimentación. Tiene un hospital montado en su casa y eso hay que organizarlo y eso requiere tiempo, coordinación y formación. Es un trabajo complejo», añadió. «En la UCP llevamos implantado desde hace tiempo esta filosofía de trabajo con un tipo específico de paciente que se quiere implantar en primaria», añadió la psicóloga de la UCP, Paloma Martínez.
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