Desde la década de los años 70 del siglo pasado los payeses del Pla de Sant Jordi, en Mallorca, se abastecen de agua procedente de la depuradora de Palma a través de una balsa de regadío que hoy abastece a 443 socios y 1.700 hectáreas de la comunidad de regantes de esta zona, que pagan 6 euros al mes por cada boca de riego y 0,15 euros por cada cuarterada (7.103 m2) de terreno, «mucho más barato que si tuviéramos que extraerla del subsuelo», señaló ayer Andreu Cañellas, uno de los miembros de esta comunidad de regantes que ayer participó en la jornada sobre el ciclo integral del agua y su reutilización organizada por la Alianza por el Agua.
Como también resaltó Cañellas, además de ser económico para los payeses la balsa de regadío también evita extraer agua de los maltrechos acuíferos. Una situación que también se podría llevar a cabo en Ibiza de no ser por la mala calidad del agua que sale de la depuradora de Santa Eulària. Y es que en 1995 se inauguró la balsa de regadío de sa Rota, situada entre las parroquias de Sant Llorenç y Santa Eulària, con una capacidad de 200.000 metros cúbicos de agua procedente de la depuradora de Santa Eulària.
Sin embargo, hace 15 años que no se utiliza porque el agua tiene demasiados cloruros, lo que la hace inservible para el riego. El motivo de esta alta salinidad es, en parte, por los métodos utilizados por la planta hotelera de Santa Eulària para desalar el agua que llega a los establecimientos de la red municipal, que contiene demasiados cloruros debido a la sobreexplotación de los acuíferos. Una situación a la que se podría dale la vuelta cuando la desaladora entre en funcionamiento y se deje de extraer agua del subsuelo.
Andreu Cañellas también destacó la calidad del agua depurada de la balsa del Pla de Sant Jordi, aunque señaló que «antes, cuando el agua no estaba tan depurada, iba mejor. Ahora le tenemos que echar abono y estiércol y antes no hacía falta». Un agua de la que pueden disfrutar «sin límite» aunque algunos días de verano la balsa está seca. En Formentera está previsto que el próximo año entre en funcionamiento una balsa de regadío.
Otro de los ponentes de la jornada de ayer celebrada en Can Ventosa fue el responsable del Área de Depuración y Medio Ambiente de Aqualia, Fernando del Amo Pérez, quien explicó que en España sólo se reutiliza el 10% del agua de las depuradoras y que se espera que en 2021 sea el país europeo que más agua reutilice. Del Amo también destacó que la reutilización «tiene un coste inferior que otro tipo de actuaciones».
También ofreció su experiencia en la reutilización del agua Julian Watson, de Terravita, la empresa que ha proyectado la vivienda autosuficiente de Can Tanca, en Sant Llorenç. En este caso, se ha diseñado un sistema para que el agua de lluvia pueda ser aprovechada en su totalidad, así como las aguas residuales producidas en la casa, que se aprovecharán para regar la zona agrícola de la vivienda.
La audiencia que acudió a Can Ventosa también tuvo la oportunidad de conocer de primera mano el proyecto de construcción de 14 viviendas de protección oficial de Sant Ferran, en Formentera, que pretende reducir un 60% el consumo habitual de agua de un hogar, de los 220 litros diarios a los 80 litros. El arquitecto del Ibavi Carles Oliver explicó que cada vivienda dispone de un aljibe donde se almacena el agua de lluvia y también se reutiliza el agua de las duchas.
Rafal Trobat
Los vecinos de la vénda des Rafal Trobat, en Sant Jordi, también pudieron explicar ayer su proyecto para que el agua de lluvia se infiltre en la tierra y el acuífero de la Serra Grossa, el más salinizado de la isla de Ibiza, se recupere. El ingeniero agrónomo Andreu Vila fue el encargado de detallar el sistema de bancales para que el agua se estanque –elevando unos centímetros las paredes– y no se deslice por la pendiente del terreno, además de las recuperación de terrenos de cultivo abandonados, entre otras iniciativas.
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