El ‘Ruah’, amarrado a la boya frente al islote de s’Espalmador el pasado fin de semana. Foto: CONSELL DE FORMENTERA

«Hay que tirar muy fuerte de la anilla para que la bengala salga disparada». Así se expresaba ayer Miguel Chicón, jefe de Salvamento Marítimo de Balears, en relación a la versión ofrecida tanto por el capitán del yate ‘Ruah' como por el viajero que lanzó la bengala hacia s'Espalmador y provocó el incendio que el pasado fin de semana calcinó una hectárea de sabinas.

De esta manera, Chicón desmiente que una bengala pueda lanzarse «accidentalmente», como ambos investigados aseguraron ante el juez. El responsable de Salvamento Marítimo conoce a la perfección el funcionamiento de estas señales de socorro marítimas y explica que, tanto si son bengalas de mano como de cohete, «primero hay que desenroscar una tapa de seguridad, después normalmente sale una anilla que hay que estirar para accionar el percutor que hace que el cohete se eleve y luego se mantiene entre 30 y 40 segundos en el aire gracias a un paracaídas. Si fuese fácil sería un peligro para los usuarios», señaló Chicón.

Peligroso y multa elevada

El jefe de Salvamento Marítimo, que quiso destacar la colaboración ciudadana en el incendio de s'Espalmador, también hizo hincapié en la peligrosidad que entraña la manipulación de estas bengalas y recordó el trágico suceso que tuvo lugar en 1992 en Sarrià, el antiguo campo de fútbol del Espanyol, cuando un chico de 13 años murió por culpa de una bengala que le atravesó el pecho y que fue lanzada desde la grada del otro lado.

Según la Ley de Puertos del Estado y de la Marina Mercante, la activación de estas señales marítimas de socorro sin necesidad, como fue el caso del yate ‘Ruah', supone una infracción muy grave y está penada con multas de hasta 900.000 euros.

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Según la normativa actual, las embarcaciones que navegan hasta 12 millas de la costa están obligadas a llevar tres bengalas de mano, mientras que las que lo hacen a distancia superior han de llevar seis de mano y seis cohetes con luz roja y paracaídas.

LA NOTA

El yate necesitaba capitán porque no estaba en puerto

El capitán italiano del ‘Ruah' todavía seguía siendo el responsable del yate a pesar de que su contrato ya hubiera finalizado. Esto es lo que piensan las fuentes consultadas a tenor de la declaración que el patrón realizó ante el juez instructor, en las que se lavaba las manos de lo ocurrido durante la noche del pasado sábado a bordo del yate, ya que según su versión su trabajo había finalizado el día anterior y estaban a la espera de un nuevo patrón.

Según estas mismas fuentes, a pesar de que el barco se encontraba amarrado a una boya, se considera que la embarcación «continúa en navegación porque no está atracado en puerto. Si estando allí se produce un incendio, ¿quién dirige la maniobra de evacuación?», se preguntan los expertos.