La plaza Antoni Albert y Nieto fue ayer el escenario de la pasarela Slow Fashion Ibiza, una peculiar pasarela que presentó las propuestas de nueve firmas dedicadas a la creación de prendas ecológicas, sostenibles y respetuosas con el medio ambiente y con el trato socio-económico de las personas que elaboran las materias primas. Esta propuesta está vinculada al Fashion Revolution Day, que conmemora la muerte el 24 de abril de 2013 en Bangladesh de 1.133 personas ligadas a la industria textil tras el hundimiento de un edificio que también causó más de 2.500 heridos y que se celebró en Eivissa por primera vez.
La portavoz de la iniciativa, la diseñadora Nadege Sieguen, lamentó que «en general nos preocupamos de dónde vienen los coches, los móviles, la comida e incluso los cosméticos que compramos, pero no tanto de dónde viene la ropa, aunque esto está cambiando». La creadora remarcó que «estamos acostumbrados a pagar dos euros por prendas que duran dos días, cuando es más ético pagar más por prendas de calidad que duran más y que garantizan un control sobre los costes sociales y ecológicos en los países productores».
En este sentido, apuntó el despilfarro de miles de litros de agua en la elaboración de prendas como unos pantalones vaqueros o el vertido de tintes tóxicos en ríos y mares. La dignidad de los salarios y horarios de los trabajadores de esta industria también es una reivindicación de esta jornada y del colectivo de creadores de textiles ecológicos y sostenibles, que en Eivissa está formado por una veintena de diseñadores.
Además del desfile, en el que participaron las firmas Organic Cotton Colours, Nanou Couture, Ibiza Republic, Rupit Mallorca, Andrea Verdura, Dreams Artisans, Recitrans, Merit Örlando e Ibiza Piel, el Fashion Revolution Day Ibiza dispuso durante toda la jornada de varios puestos donde los ciudadanos pudieron conocer otras propuestas ligadas al reciclaje de prendas textiles y al consumo responsable.
Así, la Fundación Deixalles mostró algunas unos llamativos vestidos confeccionados con corbatas reutilizadas o Me Luna expuso su línea de copas menstruales como alternativa a los tampones. También llamó la atención el uso de las piezas de latón de relojes antiguos para crear joyas o incluso un bolso, que contenía 157 piezas y que, tras 50 horas de trabajo, Dreams Artisans vendía a 500 euros. La Madraza, Ibosim y Gaspar y Chusa, del Mercat de Forada, cubrieron el apartado gastronómico con raw food, paellas vegetarianas y cerveza artesana.
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