El 4 de julio de 1898 llegaba a Eivissa la noticia de la muerte del general Joaquín Vara de Rey que se había producido tres días antes durante la batalla del Caney en el transcurso de la guerra de Cuba.
Según explica Nito Verdera en su libro «El general Vara de Rey y el Caney», fue el único general español muerto en la guerra de la independencia cubana. Cuando saltó la noticia a este lado del Atlántico, nadie conocía la procedencia del militar y no fue hasta unos días después cuando se descubrió que Vara de Rey había nacido en Eivissa.
El entonces alcalde José Verdera Ramón lo confirmó gracias a la fe de bautismo que se localizó en el archivo castrense de la parroquia de Sant Pere en Dalt Vila. Gracias a ese documento descubrieron que el general nació en Eivissa el 14 de agosto de 1841. Hijo de un capitán de la quinta compañía del tercer batallón de Regimiento de la Infantería de la Reina, Joaquín Vara de Rey siguió la saga familiar y con solo 16 años empezó su carrera castrense.
Tras conocer que entre los ibicencos había un héroe de guerra, el Ayuntamiento de Vila no se lo pensó dos veces y a finales de ese mismo mes de julio de 1898 acordó poner el nombre del general al conocido como paseo de s'Alamera. Entonces ya era un lugar de encuentro y de paseo aunque todavía no se habían construido edificios a su alrededor y se parecía más a las tierras donde décadas antes había plataneros que a la arteria principal de la ciudad en la que se convirtió años después.
Como narra la historiadora Fanny Tur, Vila era entonces una ciudad sucia y con malos olores en la que los vecinos tiraban las aguas sucias por balcones y ventanas y se veían gallinas o cerdos por la calle. Tenía solo 5.000 habitantes y la actividad se concentraba en el barrio de la Marina, los alrededores de la plaza de Sant Elm y de la Constitución.
Para conmemorar la muerte del general ibicenco, el ayuntamiento encargó un monumento al escultor catalán Eduardo B. Alentorn, quien utilizó 9 toneladas de bronce para fundir la estatua, que costó 57.500 pesetas recaudadas por suscripción nacional.
El rey Alfonso XIII vino a Eivissa el 4 de abril de 1904 para inaugurar un monumento en el que se ve al general herido de muerte en brazos de un guerrillero lanzando el grito de ‘Viva España', acompañado a ambos lados por dos figuras de la Gloria y de España.
Aquel ibicenco que nadie en la isla llegó a conocer se convirtió en uno de los símbolos de la ciudad y todavía hoy en día sigue siendo una de las imágenes más fotografiadas por los turistas que nos visitan.
2 comentarios
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He buscado en las biografías del militar Joaquín Vara de Rey el detalle de cuanto tiempo vivió en Eivissa después de su accidental nacimiento en la isla. Las biografías son repetitivas en su información y redactado y no mencionan este dato. Pero es fácil saberlo consultando el archivo militar de la época. Respecto al trato con la población nativa americana entre el imperio español y el inglés, la diferencia estuvo en que los ingleses ni hicieron prisioneros ni los integraron en su nueva sociedad americana, simplemente los eliminaron en un genocidio total dejando algunas reservas como justificación y muestra. Recuérdese a los cazadores de cabelleras a 25 $ por cabeza auspiciado por el ejército inglés. Otra cosa es valorar, a día de hoy, en sus aspectos éticos y prácticos, las sociedades resultantes entre la integración española y la eliminación total inglesa.
Este personaje, representa lo que en aquellos tiempos era sin dudas grandes virtudes castrenses. “Los soldados españoles mueren, pero no se rinden”. Visto desde los tiempos actuales, ya no es lo mismo, ni mucho menos. Primero, porque aquella forma de funcionar, era ya cuestionada en su época, puesto que la rendición no estaba considerada un deshonor por las naciones civilizadas. A Vara de Rey, el ejercito USA, le propone que se rinda, ya que no tiene nada que hacer; pero éste se niega, haciéndose matar, no sólo él, sino también a unos 300 españoles más, que si bien eran soldados profesionales, también es cierto que lo eran como salida a la calamitosa situación económica imperante en la época. También está el hecho del colonialismo, y del imperialismo, que defendía aquel ejército. Y el hecho incuestionable, de que la manera de conservar los territorios conquistados, conllevaba inevitablemente, que el ejército se empleara con técnicas, que ya entonces se calificaban de crímenes de guerra, y en Cuba, incluso de genocidio. Es en Cuba, donde gracias al ejército español, aparecen documentados los campos de concentración, los cuales eran empleados como campos de exterminio. Así, se intentó acabar con la insurgencia, confinando a aldeas enteras, con mujeres, niños y ancianos, porque algún integrante de la misma estaba con los rebeldes. Se les hacinaba en espacios demasiado pequeños para la cantidad de personas que lo ocupaban, no se les alimentaba bien, no se les daba asistencia médica, tenían que hacer sus necesidades en la propia tierra, sin que éstas fuesen retiradas, y tampoco estaban a cubierto de las inclemencias del tiempo. El resultado era inevitablemente, la muerte por desnutrición, y enfermedad, de miles de personas. Los Norteamericanos hicieron hincapié precisamente en este aspecto para convencer a su opinión pública de que los españoles en Cuba se comportaban como bestias, para con la población civil. Vara de Rey, sólo nace en Eivissa. Pero nunca la habitó. Su padre fue cambiado de destino cuando era sólo un bebé, y él, jamás mostró el más mínimo interés por su lugar “accidental” de nacimiento. Nunca volvió por aquí. Francamente, pienso que no se merece tener el monumento que tiene, ni que una plaza lleve su nombre.