El GRV atiende una víctima accidentada en sa Pedrera de Cala d’Hort antes de ser evacuada por el mar . | Toni Escobar

Viernes 10 de julio. Un padre y sus tres hijos están atrapados en una zona de sa Pedrera de Cala d’Hort. No pueden ni subir ni bajar y el padre está aguantando a los menores junto a un acantilado. Una dotación de Grupo de Rescate Vertical (GRV) de los Bomberos de Eivissa se desplazan urgentemente a la zona. Las víctima están en un terreno muy resbaladizo y sin escapatoria. El operativo pertrecha una cordada y los evacua con un arnés de seguridad. Después de dos horas de intensos trabajos regresan al Parque. Sin tiempo para reponerse entra otro aviso: Un joven británico ha caído desde una altura de 15 metros en el mirador de es Vedrà.

En 2011 el Grupo de Rescate Vertical atendió 25 rescates, los mismos servicios que ya acumula en los siete primeros meses de este año con dos puntas: dos rescates en un mismo día (10 de julio), cuatro en esa semana.

«Fue un día muy complicado. Técnica y físicamente muy duro, atendiendo a mitad del acantilado», así recuerda aquel viernes el cabo José Antonio López. Después de una experiencia militar de 6 años en el Servicio Aéreo de Rescate (SAR), en 2000 ingresa en el Parque de Bomberos de Eivissa y se integró en el Grupo de Rescate Vertical impulsado por el cabo Julián Vega y el sargento Miguel Sevilla.

El rescate del joven británico se prolongó durante más de seis horas. Los miembros del GRV instalaron frenos de carga y tirolinas para descender a los sanitarios y posteriormente izar al herido. En una zona como sa Pedrera de Cala d’Hort, Punta Galera o Aubarca pueden llegar a tirar cordadas de 200 metros.

Los diez integrantes del GRV están formados en la Federación Española de Espeolología. Mensualmente realizan dos prácticas y puesta al día en técnicas de escalada, una especialización que completan en cursos en Cantábria.

«Este trabajo requiere una gran especialización y entrenamiento», apunta José Antonio López, quien nos explica que el material es muy caro y nesecitan una logística y un presupuesto «específico».

Psicología con el familiar

«El herido casi siempre nos facilita el trabajo pero los familiares son otro cosa», señala el cabo López, quien apunta que el trabajo psicológico es fundamental ya que los familiares «normalmente están en estado de shock y, aunque hayas reaccionado en un tiempo récord, te dicen que has tardado».

En alguna ocasión algún familiar se les ha encarado por lo que siempre hay un miembro del equipo que «controla y tranquiliza a los familiares. Es clave que el res cate no se demore».

José Antonio recuerda «un rescate dentro de un rescate» en sa Pedrera de Cala d’Hort. «Tuvimos que destreparnos hasta el herido con un médico y una enfermera. Una vez atendida la víctima, el herido fue evacuado por el agua. En la zódiac de Salvamento Marítimo también se subieron los sanitarios pero quedaba la vuelta con la mujer y el hijo de la víctima, y un efectivo de Protección Civil que nos ayudó. la subida fue muy complicada y en el camino todavía recogimos a otros turistas», recuerda.

El cabo López explica que una «vertical limpia es el rescate ideal porque subes con la polea pero aquí nos enfrentamos a los acantilados. Hay piedra suelta y matojos. Los porteos son muy complicados y agotadores», puntualiza.

En este sentido, hace un llamamiento al sentido común de los turistas y residentes. «Uno debe saber donde está el límite», ya ponen en riesgo su vida y la de la gente que va a rescatarlos.

Explica que Eivissa está incluída en muchas guías internacionales de escalada o treaking pero la mayoría van a la aventura. «En muchas prácticas nos hemos encontrado gente con chanclas en Punta Galera, Cala Aubarca o Atlantis». Por ello incide en la necesidad de lleva calzado correcto, casco, camiseta, teléfono, agua y comida.

En verano suelen darse los rescates con más eco mediático pero el GRV está en alerta todo el año y las víctimas son personas o animales. En el abanico de víctimas hay perros, gatos, cabras y ovejas. El animal se introduce en una especie de mochila y lo elevan con poleas. Pero también hay otros rescates más «exóticos» como el de una avestruz o un caballo accidentados en una piscina o el de un delfín que chocó contra unas rocas en Cala Nova y donde tuvieron que utilizar una camilla de rescate. A estas últimas víctimas no les protegen con el antiguo casco de brigadas forestales que forma parte del equipo del Grupo de Rescate Vertical de los Bomberos de Eivissa.