Recurrentemente y de manera inevitable aparecen determinadas temáticas y cuestiones especialmente duras y dolorosas para el ser humano, que nos hablan de aspectos que no son fáciles de abordar.
Cuando se muestra de manera tan clara como se está manifestando todo lo que no funciona a nivel social: la corrupción, la injusticia, la exclusión del sistema de grupos numerosos de gente... uno se pregunta de donde viene todo esto, y de que manera están implicadas instituciones y sociedades en este orden de cosas.
En mi opinión, y comprendo que no es una opinión aceptada globalmente, la tendencia a la destructividad en el ser humano existe de per se, por principio, por arquitectura emocional del ser humano. A lo largo de la historia esta tendencia se ha mostrado de las más variadas maneras; quizá las guerras son su exponente más espectacular y destructivo.
De ello, mi opinión deriva a que no es posible plantear un mundo sin violencia, corrupción, destructividad... de una manera realista, dado que es demasiado utópico y desconoce una parte importante y fundamental del ser humano.
En mi apreciación, me parece más importante que estas partes menos fáciles y agradables del ser humano deben de poder ser asumidas, elaboradas y expresadas de acuerdo a un fin que no sea dañino -o sea lo menos dañino posible- para la persona, la comunidad y para la sociedad en extensión.
Opino que lo que viene ocurriendo desde mucho tiempo atrás es una apartamiento de la mirada respecto de estas partes del ser humano que tienen que ver con su virtualidad destructiva en aras de concentrar la mirada en aquello que es más amable, y por ende definir al ser humano solo como esta parte que ha sido previamente desproblematizada por el mecanismo personal y social de la represión.
De ahí, de este desconocimiento de cosas que se deberían de poder tener en cuenta para buscarles una expresión lo más satisfactoria posible, es de donde, en mi humilde opinión, vienen todos estos síntomas sociales que venimos presenciando, no ya ahora, sinó quizá a lo largo de los tiempos. La coincidencia con un momento social especialmente doloroso es lo que hace de la situación especialmente difícil.
Por otra parte, creo que una buena parte de esta tendencia destructiva de la que personas y sociedades no quieren hacerse cargo se esta expresando a través del sistema económico imperante, que cosifica y despoja a las personas de su subjetividad en aras a servir a un ente impersonal bastante poco amable: el mercado, la economía...
Lo que no se quiere ver, lo que se reprime, no por ello deja de existir, siempre vuelve, y vuelve de una manera peor.
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