El Govern ha celebrado el acto de entrega de las Medallas de Oro de la Comunidad y los Premios Ramon Llull. | Teresa Ayuga

El president Bauzá abogó ayer por una «gran reforma de la Administración», cuyos límites no concretó, pero que, precisó, iría en línea con los acuerdos que ya ha ido tomando su Govern.

Bauzá se expresó así en el discurso institucional que pronunció después de la entrega de las medallas de oro y premios Ramon Llull; el primero de los actos con los que se conmemora la aprobación del Estatut, que este año cumple 30.

El president se desmarcó de las voces que apuntan a una reforma del Estatut d'Autonomia. Dijo que este no es un asunto que preocupe especialmente a la ciudadanía y, además, afirmó que el sistema autonómico sí ha servido para aportar soluciones a asuntos que estaban pendientes hace tres décadas. Eso sí, llegó a admitir que, de haberse aprobado en esta época, algunas cosas hubieran sido diferentes. La oposición, que limitó su presencia en el acto institucional, estaba especialmente interesada en comprobar si habría alusiones al momento político y, sobre todo, a la corrupción. Hubo alusiones. Bauzá presumió de transparencia y abogó por «dignificar el ejercicio de la política». Precisó que, siempre, desde el respeto a la ley y reclamó «tolerancia cero».

Del discurso inicial ‘cayeron' dos párrafos algo más contudendentes que, finalmente, no leyó.

Bauzá hizo una inusitada defensa del papel de la sociedad en el control de la política. «La sociedad -afirmó- se puede implicar para tener la clase de dirigentes que necesita».

Como en el discurso que pronunció cuando tomó posesión de su cargo como president, también en sa Llonja, Bauzá defendió el municipalismo como escuela de la política.

¿Cambios a la vista? La única propuesta concreta es que abogó por una «gran reforma de la Administración». Pero la enmarcó en una serie de actuaciones que su Govern ya habría emprendido. Así, indicó que ahora era «mucho más seria, reducida y austera» que en tiempos pasados. Y presumió de transparencia. «Con unos índices de transparencia incuestionables», aseguró. Según Bauzá, «no todo se hunde, ni todo es un desastre». En eso coincidió con uno de los discursos más emotivos de la jornada, el del presidente de la ONCE, Miguel Carballeda que habló en nombre de las personas distinguidas con las medallas de oro. Reivindicó la ilusión como forma para salir de la crisis.

El tono de «excesiva complacencia» disgustó bastante a Francina Armengol, la secretaria general del PSIB y portavoz socialista. Armengol, que cubrió con su bolso la silla vacía que debía ocupar Biel Barceló (que no quiso estar presente en el acto) y consideró que la intervención presidencial había sido «alejada de la realidad» y «poco institucional, sin reivindicación autononomista».

Las críticas no llegaron sólo de Armengol. Curiosamente, también de uno de los premiados, el galerista Ferran Cano. Tras el acto (no durante el mismo), agradeció la distinción por lo que suponía de reconocimiento a la labor de años. Pero, por otra, afirmó que «ese es el discurso de Alicia en el País de las Maravillas, alejado de la realidad». Echó a faltar alusiones a la cultura y reivindicó una «movilización de ciudadanos libres» para acabar con la corrupción.