En la puerta un pequeño cartel que dice Ni jao (hola en chino) da la bienvenida a todos los que llegan a la casa. Es el hogar de Ana Serradell, una joven ibicenca, que ha decidido convertir el salón de su vivienda en una improvisada clase de chino para niños pequeños hace dos semanas.
«Hace años estudié un master de Estudios de Asia Oriental en la Universidad Oberta de Catalunya y me enganché tanto a esta cultura que decidí enseñárselo a los niños», explica Ana Serradell con una gran sonrisa.
«Además, creo que es una buena iniciativa porque normalmente los niños dan clases extra escolares de inglés, francés, música o judo pero nunca de cultura china, y este país es una de las mayores potencias actuales del mundo», continúa la joven profesora.
Por todo ello, cuando terminó sus estudios decidió poner en marcha su iniciativa anunciándolo fundamentalmente por las redes sociales como Facebook donde Ana asegura que enseguida tuvo mucho éxito con distintos padres interesados en que sus hijos aprendieran algo más sobre todo lo que rodea a este mundo.
Pequeñas alumnas
Así, gracias a ello, niñas como Berta, Marina, Eva y Sara, de edades comprendidas entre los nueve y los cinco años, se lo pasan en grande con unas clases muy particulares que, según su promotora, son talleres en los que se hay de todo.
«Durante las mañanas de los fines de semana hacemos todo tipo de actividades, desde manualidades a caligrafía china, pasando por distintos juegos, que hacen que ellas disfruten aprendiendo», asegura la joven ibicenca, mientras Marina, la más pequeña de todas no para de escribir con un rotulador en una de sus hojas.
Y es que a pesar de las muchas actividades, el momento de la caligrafía es lo que más le gusta a estas jóvenes estudiantes. «Es muy difícil al principio pero ya sabemos decir y escribir las palabras gracias, hola, adios y contar de 1 al 5», afirma Berta mientras se afana por escribir correctamente una de las grafías chinas.
Algo que, según Ana, «tiene un mérito tremendo porque hay que tener en cuenta que es una cultura totalmente distinta a la nuestra, no sólo por el idioma, sino por todo lo que le rodea, como su zodiaco, sus fechas e, incluso su forma de comer».
Por todo eso, la joven ibicenca asegura que lo mejor es aprender cualquier cosa cuando se es pequeño, «ya que a edades tempranas los niños son como esponjas que son capaces de absorber todo lo se les dice». De momento, viendo las sonrisas de las cuatro primeras alumnas de Ana Serradell, el objetivo de que se interesen por el chino ya está cumplido. Que se conviertan en unas expertas, aún está por ver.
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