La idea de crear una asociación protectora de caballos en Eivissa nació en 2005 gracias a la preocupación de un grupo de veterinarios que veían cómo algunos de estos animales vivían en condiciones pésimas en cuadras o bien a nivel particular. «Tradicionalmente se ha usado a los caballos como vehículo de carga o como transporte. Están mal cuidados; muchos de ellos viven en una cuadra minúscula, solos completamente, sin salir y malnutridos», explica Karen Sailer, directora del Proyecto Alegría, una iniciativa que pretende concienciar a la población, y sobre todo a los más pequeños a través de clases de hípica y doma natural, de la importancia de cuidar a estos animales, que en los países nórdicos protegen por ley.
Para hacer más visible este proyecto a la población, Sailer organiza exhibiciones con caballos y niños, dónde estos demuestran que durante las clases han aprendido a entender el lenguaje corporal del caballo, a respetar al animal y cuidarlo y a comunicarse con él, entre otros objetivos. En este proyecto, los niños aprenden juegos divertidos, cómo motivar a los animales o conseguir que se sientan seguros para evitar caídas. Con ello se logra algo muy importante: «De esta sabiduría y comunicación sale el respeto y la responsabilidad hacia el animal», precisa Sailer.
Además de concienciar a los que serán adultos en el futuro, el proyecto Alegría se encarga de rescatar caballos abandonados, maltratados o desnutridos. «Cuando nos avisan de que hay un caballo que vive en una finca en condiciones pésimas se dan dos casos. El primero es que piensan que el animal es una propiedad y dicen 'con mi caballo no te metas', aunque no son todos porque hay gente que simplemente no sabe qué hacer con el caballo», cuenta.
Superado este primer paso entra en acción la colaboración privada, pues la asociación no tiene sede donde recuperar a estos animales. «Una vez instalados en una finca donde sabemos que estarán bien, los veterinarios vamos a curarles físicamente. Más tarde se inicia la rehabilitación social en la que los ponis son muy útiles porque son muy divertidos, juegan mucho. Si están con ponis y socializan, en tres meses están recuperados», explica Sailer para concluir: «Estamos abiertos a colaboraciones de cualquier tipo, no sólo económicas, pues puede ser, por ejemplo, para preparar los espectáculos o bien para cuidar a los caballos en la finca».
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