ep, Miguel, Salvador y Ramón ayudaron a limpiar las botellas, Catalina hizo las trenzas de las muñecas pagesas y Francisca las cosió. Ellos son algunas de las veinte personas que cada día, de lunes a viernes, acuden al centro de día de Cas Serres dirigido a personas con demencia y Alzhéimer que celebró ayer una jornada de puertas abiertas con motivo de la celebración del Día Mundial del Alzhéimer.
Esas botellas, que antaño conservaba el licor de hierbas ibicencas, son ahora el cuerpo de una muñeca pagesa pintada de colores que han realizado todos los pacientes del taller de laborterapia del centro de día de Cas Serres y se mostraban dentro de las actividades realizadas.
Familiares, parejas, hijos e incluso nietos, y los pacientes vivieron una jornada intensa cargada de emotividad en la que se expusieron una muestra de las actividades que realizan en los diferentes talleres, como el jardín que cuida amorosamente Francisca Marí; el cuadro de una vista de Dalt Vila realizado por el «manitas» de Salvador Roig, tal y como le describe su hija Dolores; las marionetas de cartón y las pagesas del taller de laborterapia; el diario de buenas noticias que repasan cada día, las fotos y caras dibujadas por ellos mismos del programa de simulación cognitiva y el mural de bienvenida de otoño.
Participación familiar
Los familiares participaron en esta jornada en la que hubo risas y hasta lagrimas por la emoción contenida. «Estamos más que satisfechos. Hacen una labor increíble», dice Dolores, del personal del centro. A su padre Salvador le diagnosticaron Alzhéimer en el 2007 y desde 2008 acude a Cas Serres. Dolores asegura que los efectos han sido beneficiosos: «Se ha ralentizado la enfermedad que es muy cruel». Catalina Planells, esposa de Salvador y madre de Dolores, corrobora las palabras de su hija: «Es una tranquilidad y una ayuda muy grande». Salvador asegura que también le gusta venir cada día: «Estoy bien, porque si no me quedaría en casa», dice con sinceridad.
Con los tangos de Horacio, un voluntario de Cruz Roja que acude periódicamente al centro, se hizo un baile de salón. Además una muestra de fotos de Lourdes Grivé recogía el día a día en el centro en la que los veinte pacientes padecen demencias neurodegenerativas en grado leve y moderado con una media de 70 años.
La estimulación y el fomento de la autonomía constituye la base del funcionamiento del centro de día, que se encuentra en la primera planta de la residencia de Cas Serres pero del que es autónomo salvo para cocina y administración, marcado por la rutina en la que todos se sienten seguros. «Intentamos que sea muy vital y que la enfermedad no sea vivida como algo terrible. Todo es color», subraya la coordinadora del centro, Margarita Ferrer. De hecho las pagesas iban pintadas de colores vistosos.
La jornada acabó con la entrega de las pagesas y marionetas realizadas por los pacientes. La enfermera María de Carmen Ortega, maestra de ceremonias, fue dando a cada uno de ellos las figuras protagonizando las escenas más divertidas y emotivas como la de una sonriente Encarna, feliz por la presencia de sus hijas, que al recibirla dijo 'esta no es la mía' y tenía razón; la de las sevillanas que bailó Ana o las palabras de Pino, una de las veteranas, que agradecía la presencia de todo el mundo: «Muchos saludos y que vengan a cositas como estas que animan mucho».
«Intentamos que todo sea muy rutinario para favorecer que se orienten»
El centro de día cuenta con personal propio coordinado por Margarita Ferrer e integrado por la enfermera María del Carmen Ortega, la terapeuta ocupacional Marina Cardona y dos auxiliares de enfermería, Victoria Ruiz y Rosalía Navas. «Intentamos que sea un centro de estimulación cognitiva y de calidad de vida donde hacemos actividades desde físicas a más lúdicas», explica Marina Cardona. Además cuentan con un programa de actividades de la vida diaria que forman parte de su rutina como poner la mesa, lavarse los dientes o peinarse.
La jornada en el centro es de las 8 de la mañana a 18 horas. De 9 a 10 realizan cada día un programa de simulación cognitiva, desayunan, hacen gimnasia, actividades de la vida diaria y los diferentes talleres como laborterapia o musicoterapia. «Intentamos que todo sea muy rutinario y que cada día a las mismas horas haya el mismo taller y con ello favorecemos que se orienten. Decimos que es como una puesta en escena de un teatro», apostilló.
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