El conseller balear d'Obres Públiques, Jaume Carbonero, denunció ayer en el Parlament que el Govern del PP no dejó construido ni proyectado el drenaje de la autovía del aeropuerto, pero en cambio sí que contrató tres máquinas quitanieves dentro de la concesión de la carretera por las que, en conjunto, se iban a pagar 1,5 millones a lo largo de 23 años.

«Las máquinas no las hemos encontrado, pero el Govern ya ha pagado 96.000 euros por ellas y lógicamente no pagaremos más», explicó Carbonero, que detalló que en el pliego de condiciones de la concesión durante 23 años se incluían tres quitanieves a 61.400 euros anuales. Desde la Conselleria desconocen a dónde ha ido a parar el dinero y, por ello, al detectar el error, han dejado de pagar por este servicio.

Carbonero desveló este dato durante una pregunta parlamentaria de la diputada del PP Carmen Castro, que se interesó por el plazo en el que va a estar terminado el drenaje del aeropuerto para evitar la inundación de la vía cuando llueve. El conseller explicó que una de las canalizaciones saldrá a información pública previo paso por la Comissió balear de Medi Ambient. La otra, que está más avanzada, se presentará en un mes ante la comisión y después se tendrá que pedir la ocupación del dominio público de Costas.

Críticas del PP

Castro recordó que el actual Govern ha tenido dos años para arreglar el problema del drenaje y, sin embargo, no podrá solucionarlo en los dos años de legislatura que restan. Castro se preguntó por qué el actual Govern no hizo caso de los informes técnicos que en agosto de 2007 decían que «el drenaje no funcionaba y que se tenía que solucionar con la mayor celeridad posible». «Dos años es tiempo más que suficiente para evitar que las inundaciones de la carretera sean un problema para los ciudadanos», lamentó la diputada popular, que cree que si este problema se hubiera dado en Mallorca «se hubiera solucionado el primer día». «No se puede seguir castigando a los ciudadanos de Eivissa», indicó Castro, que considera que el Govern sólo quiere seguir intoxicando y criticando porque le conviene políticamente. «Pero usted cobra para solucionar problemas y no para hacer oposición; ni ustedes son tan buenos como se creen ni nosotros tan malos como nos quieren hacer ver», concluyó.

Carbonero contestó que los proyectos dejados por el PP eran un «auténtico despropósito» porque una tubería desembocaba en la zona de hoteles de Platja d'en Bossa y la otra en los terrenos de un particular, en ambos lugares con riesgo de inundación. Recordó que los drenajes contaron con informe desfavorable de Recursos Hídrics. Además, en 2007 el Govern del PP envió dos cartas a Fiesta Hotels en las que «aseguraba que modificarían el proyecto para hacer unos emisarios submarinos, pero que la solución al problema la tendría que dar el siguiente Govern», especificó Carbonero.

El diputado del PSOE Joan Boned, que también presentó una pregunta ayer en el Parlament sobre esta cuestión, aseguró que el PP demuestra un gran «cinismo político». «Deben pensar que la mejor defensa es un buen ataque», dijo Boned, que criticó que los mismos que «ejecutaron obras irregularmente con pactos inconfesables y los mismos que hicieron expropiaciones ilegales» se sientan en el Parlament «sin pedir perdón y ahora se permiten reclamar soluciones y además piden dimisiones». Boned también aconsejó a Carbonero sustituir los quitanieves por zodiacs ya que se trata de una «autovía navegable».

Carbonero explicó que le ha dado «muchas vueltas» a por qué se hizo la autovía en trinchera en un terreno al lado del mar y con un nivel freático muy próximo a la superficie. «Me dijeron que era para acumular tierras para un campo de golf», dijo el conseller, que considera que no es descabellado porque las tierras en Eivissa son un bien escaso. Pero finalmente pensó que el motivo «fundamental» es el económico, porque la autovía soterrada «vale el doble» que una en superficie. Ha costado 85 millones y tiene una longitud de 6,7 km, con un coste por km de 12,7 millones. Después de ver la gestión de Matas, Carbonero cree que tuvo una «auténtica obsesión enfermiza» por la inversión. «En una en superficie no habría tierras para colocar, no habría herida territorial y social irreversible, habría costado menos de la mitad y no estaríamos hablando de pluviales porque el problema no existiría».