Cada viernes, el mercadillo de Platja d'en Bossa propone un día diferente de compras al público. Productos artesanales hechos en Eivissa y otros exportados desde fuera se combinan en unos cuarenta puestos que ponen color a la zona. Blanca, encargada de un puesto de ropa de lo más hippie al comienzo, comenta los beneficios de vender en un mercadillo: «La gente no tiene miedo de que los productos sean muy caros, pero a pesar de eso son de gran calidad. Yo tengo ropa traída directamente desde Italia porque creo que encaja perfectamente con la mentalidad de estilo ibicenco y me encanta. Se trata de colores alegres y tejidos muy vaporosos, perfectos para el verano».
En este mercadillo se puede encontrar de todo, desde complementos para el cuerpo como pulseras o collares, hasta objetos de decoración para la casa. Javier, encargado de un puesto de objetos de madera para decoración, comenta: «Las figuras de madera se venden muy bien entre españoles. Luego, todo el tema de gafas de sol, sombreros o souvenirs se lo llevan los turistas».
Sin duda, los productos estrella en el mercadillo de Platja d'en Bossa son los fabricados a mano. Sophie y Joe, una pareja de irlandeses que ha venido cinco días de vacaciones a Eivissa, acaban de comprar un collar extra largo de piedras azules. Sophie, muy contenta con su compra, enseña su collar y dice: «Me lo pondré esta noche con un vestido negro. Me ha costado veinticinco euros, pero está hecho a mano y se ve de calidad».
Los más pequeños, que acompañaban a sus padres, se fijaban en objetos brillantes y coloridos. Elisa, una niña de ocho años, le pedía a su madre unas gafas de sol de color rosa con forma de corazón que, según decía ella, «hacen conjunto con el collar». Otro niño no entendía la reacción de su madre cuando esta le decía que los pantalones bombachos que él quería eran de chica: «A mí me gustan. Las flores no tienen porqué ser de chica...».
Como comentaban dos amigas entre ellas, el mercadillo es una buena opción para salir un rato de la playa, ya que el calor ayer era exagerado: «Nosotros estábamos en la playa pero el sol no se podía aguantar y hemos decidido venir aquí un rato. Al final, nos vamos con dos vestidos y un saco para ir a la playa».
Marina Bonet
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