Dando pasos cortos, muy lentos y con la seguridad que se puede tener a los 84 años, Vicenta María Cardona se dirige a la capilla de Sant Ciriac por el empedrado que separa su casa de la del santo, apenas dos metros. Allí, sujeta a la verja como si fuera un bastón, relata como ha sido su vida dedicada a limpiar y cuidar este pequeño templo. «Tengo el mejor vecino que se puede tener», explica.

Vicenta Marí, que nació en Sant Jordi, se trasladó con su marido al número doce de esa histórica calle de Dalt Vila. Con 14 años empezó a colaborar con las monjas en los cuidados de la pequeña capilla y poco a poco se dedicó por completo a 'mimar' al santo. «Limpio, cómo puedo, y riego las plantas desde que vine a vivir aquí. Ahora estoy muy mayor y me ayudan a blanquear las paredes», afirmó.

Ayer por la mañana, estaba realmente contenta: «La alcaldesa me llamó para darme la enhorabuena y decirme que vendrían a bendecir a Sant Ciriac», comentó con los ojos llenos de lágrimas. Y así fue, la alcaldesa de Vila, el regidor del núcleo histórico, Marc Costa, el presidente de la asociación de vecinos de Dalt Vila, Lluís LLobet, y el ciudadano que donó la nueva imagen de Sant Ciriac, patrón de la ciudad, asistieron ayer a la bendición que hizo el obispo de Eivissa, Vicente Juan Segura. El pequeño acto religioso se realizó ayer por la mañana, de modo que la imagen está bendecida antes de la procesión que tendrá lugar durante las Festes de la Terra.

Antiguamente, la imagen del santo era únicamente una pintura, que aún se conserva en el interior, ahora gracias a la donación anónima, la capilla cuenta con nueva imagen. «Antes tenía una puerta y no se veía lo de dentro. Años después le pusieron la verja y así está mucho mejor», añadió su anciana cuidadora.