Hace ya siglos que llegaron los fenicios a la isla de Eivissa, pero su legado sigue permaneciendo muy vivo en nuestra historia. El origen de sa Caleta se remonta al siglo VIII a.c, momento en que empieza a configurarse esta pequeña zona del oeste de la isla mediterránea.

Hacia el siglo VII y VI a.c, los fenicios abandonaron sa Caleta y se instalaron en la ciudad de Eivissa, lugar que presentaba unas condiciones geográficas y económicas superiores. En consecuencia, los poblados de sa Caleta en que vivía este poblado fenicio se quedaron allí, de los cuales todavía hoy se mantienen sus bases y sus estructuras originales.

Una excursión por esta zona permite descubrir la grandeza histórica y cultural que esconde este yacimiento fenicio, declarado por la Unesco Patrimonio de la Humanidad desde hace varios años. Su aportación científica es, además, de enorme importancia, ya que este poblado mantenido durante siglos sirve de elemento comparativo para los expertos sobre el origen, desarrollo y evolución de la cultura fenicia en el mundo occidental.

Por otro lado, si la intención es visitar un lugar en el que se aguante mejor el calor en pleno verano, la mejor opción es la pequeña playa de sa Caleta. Relax e intimidad se unen en esta zona donde la transparencia de sus aguas es equivalente a lo precioso del lugar. No encontraremos velomares, ni hamacas en exceso, ni mucho menos vendedores ambulantes intentando vender fruta o gafas de sol. La virginidad de esta cala es, probablemente, su mejor atractivo y el motivo de la visita diaria de decenas de turistas.

Finalizada la jornada playera, otra posible opción es dar un paseo por los terrenos contiguos a la cala o comer en el restaurante Bol Nou, especializado en pescado traído directamente de los mares ibicencos.

M. B.