El diputado por Formentera, Josep Mayans, Pep, fue uno de los dos protagonistas del pleno del Parlament de les Illes Balears de esta semana en el que se tenían que aprobar los presupuestos de la Comunitat Autònoma. Tuvo la mala suerte de competir en protagonismo con el diputado Vicens, ex de UM imputado en el caso Son Oms y que obligó a reestructurar el Grupo Mixto del Parlament de forma sustancial. Y mientras Vicens va a la suya, no fuera que perdiera privilegios parlamentarios en su 'enfrentamiento' con la Justicia, Mayans, a la chita callando, hizo su propio trabajo.

Un trabajo que de alguna manera le enfrentaba al PP, uno de los dos partidos, junto al GUIF, que apoyaron su candidatura de derechas como diputado por la isla. Pero Mayans hizo un guiño a la historia y amparándose en el programa electoral pactado con ambos partidos que le permitió repetir legislatura se reunió con el presidente del Consell de Formentera, Jaume Ferrer, de color político distinto, para consensuar peticiones básicas, presupuestarias y no presupuestarias, que no se debatieran en el pleno, pero sí en los pasillos. El objetivo, conseguir que el presidente Antich les garantizara a ambos que se trabajaba en las peticiones y que en breve comenzarían a verse los frutos.

Y ahí Mayans la clavó. Había sido interlocutor válido entre un consell de izquierdas, de un Govern de izquierda como diputado independiente amparado por dos partidos de derechas. Sin saber si su voto iba a ser decisivo, dependiendo de Vicens, quedaba claro que el Govern balear quería aprobar los presupuestos sin la imperiosa necesidad del voto de un diputado algo más que bajo sospecha (de hecho, en libertad bajo fianza). Y Mayans maniobró bien, no se enfrentó al partido de la oposición, el PP, que de alguna manera el ampara, y tras numerosas presiones los días previos al debate y en el primer día del mismo, el segundo día en el turno de toma de posiciones, ya lo dejó claro: apoyaría los presupuestos de aquellas conselleries que aprobaran proyectos importantes para Formentera.

Hubo antes mucho pasillo, mucha presión, mucha carga de responsabilidad, pero Mayans lo tenía claro. «Si es a favor de Formentera me abstendré», contaba al día siguiente, ya que abstenerse era propiciar la aprobación de los presupuestos. Y así lo hizo, aunque luego decía: «Jamás hubiera podido votar a favor de los presupuestos porque en muchos puntos y en muchas enmiendas estaba de acuerdo con el PP, pero era preciso conseguir para Formentera el máximo posible y creo que, de forma menor a la que pretendía, se ha conseguido».

Mayans ahora tiene cuerda para rato. Tiene fama de dialogante, de tener voluntad de acuerdos y de acercar posturas. Hace poco se sentía un poco inmerso en la vorágine de la oposición y ahora, aunque siga en ella, sabe perfectamente que sus palabras son escuchadas de otra manera el Parlament.