Un ejemplo muy habitual de cómo dejan algunos conductores sus vehículos en Sant Francesc de Formentera.

En Formentera y sobre todo en verano parece que hay una patente de corso para que todo el mundo, locales y turistas, hagan lo que quieran a la hora de estacionar sus vehículos. Bueno, casi todo, porque como a alguien se le ocurra dejar un segundo su vehículo en la parada de taxis, buenos son ellos para llamar a la Policía Local o la grúa para que les dejen 'su' espacio expedito, aunque en según que épocas está vacío porque todos están trabajando full time. Pero las prerrogativas hay que mantenerlas.

Los camiones de reparto que vienen cada día de Eivissa también campan de por libre y a nadie le extraña verlos estacionados para descargar en lugares prohibidos, en doble o triple fila y entorpeciendo el tráfico o lo que sea y ojo, si a alguien se le ocurre hacer una foto de su mal estacionamiento puede llevarse algo más que insultos.

Pero la cuestión no es esa, la cuestión, el problema que no hay manera de solventar es la falta de educación cívica; sabemos que al turismo transalpino se les vende la isla, por mucho que les pese a las autoridades de Formentera, como un lugar en el que pueden hacer lo que quieran; y eso hacen, circular en dirección prohibida, aparcar donde a uno le plazca y si alguien les indica que no se puede aparcar ahí, encima insultan y amenazan. Hay algunos puntos emblemáticos en Sant Francesc en los que a diario pueden observarse estos desmanes, y el paso cebra que hay entre la CAM y la Banca March es ejemplar, siempre está copado por motorinos de italianos que acuden a un bar vecino, y la Policía Local jamás acude, no será, claro, porque no lo sepan, pero como parece que el cliente italiano es distinto al restode los mortales, no pasa nada. Y eso que a menos de cien metros se habilitó un parking inmenso, pero los visitantes quieren aparcar en la puerta del lugar al que acuden, será porque en su país eso es imposible, pero aquí, subirse a la acera, cortar un paso peatones o cualquier otra infracción les parece lo más normal. Pero en eso también hay unos cuantos turistas españoles o algunos formenterenses de pétrea faz, a coche más vistoso más, que no dudan en verano en imitar a los transalpinos, aparcar en vados, en zonas amarillas o donde sea, por muy prohibido que esté, no importa, la comodidad ante todo, que el caos circulatorio se agrave es lo de menos.

Y luego está lo inusual en Formentera, colas en la carretera. Salvo casos de accidente, no hay colas, no hay retenciones, éstas sólo se producen en Sant Ferran y a determinada hora del día, al atardecer, cuando los turistas van en busca de los kioscos o chiringos desde los que ver la puesta del sol; a veces se pone a una patrulla de la Policía Local para intentar regular el tráfico pero según algunos eso es peor que dejar que la circulación se regule a sí misma. Cuando uno ve colas de doscientos o cuatrocientos metros, con motorinos circulando a derecha e izquierda de los coches detenidos, no se le escapa lo que está sucediendo, el temido cruce de es Pujols se está cobrando su peaje.

Guillermo Romaní