a plaza de Sant Francesc estaba de bote en bote. no cabía ni un alfiler y el público era en teoría, como decían de los lectores de Tintin, de entre 7 y 77 años, pero había algunos por ahí que tenían menos y otros que tenían más de los años aconsejados. Lo cierto es que la fiesta fue una, grande y divertida, y mientras los dj's se aplicaban, el público se desmadraba bailando canciones que en muchos casos se habían compuesto antes de que ellos nacieran.
Sonó Free con All right now, que de eso se trataba, marcha y ya, los chicletosos Archies con Sugar sugar, Tommy James and The Shondells con Mony mony pero no faltaron los Doors, Led Zeppelin, Creedence Clearwater Revival, los Beatles, los Rolling Stones, Deep Purple y su majestuoso Smoke on the water, la inimitable Janis Joplin, la famosa por padre Nancy Sinatra y su This boots are made for walking y pequeñas gourmandises musicales que cada dj se guardaba para dar alguna que otra sorpresa al personal. Y ahí aparecía de repente 10cc con su Dreadlock holiday y otro le daba al Hey Tonight de CCR, aparecía súbitamente Jambalaya y luego se mezclaba con Tom Jones, con Boney M o cualquier otra sorpresa. Pero el que no estaba para sorpresas sino para mayor rigor de estilos y épocas era el dj Miquel Botja, que debía cerrar la fiesta y ya lo decía antes de su actuación, iba a poner de todo, pero básicamente Beatles, Stones, Doors, Hendrix, CCR y conjuntos del rock ácido de Californa de la verdadera época hippie como Grateful Dead o Jefferson Airplane. Algunos echaron en falta a Moby Grape, Copperhead y su famosísimo y violento Roller derby star, Vanilla Fudge y sus elucubrantes versiones de los propios Beatles o Quicksilver Messenger Service y su The fool. Pero lo que sonaba, sonaba, y si habitualmente se dice que las palmas echaban humo, a más de uno le saldrían ampollas en las manos y callos en los pies en la madrugada del domingo tras tanto goce y alboroto.
Fuera como fuera, para gustos hay colores, la gente se lo pasó en grande, bailó mientras las piernas les aguantaron y a algunos el amanecer los pilló bailando un rock and roll en la plaza del pueblo como si fuera una canción de Tequila; las pelucas perdían cintas y lustre, los abalorios sembraban mesas, las gafotas se rompían o iban a los bolsos y las pinturas de guerra dejaban caras cual arco iris, pero mientras sonara una canción el personal aguantó lo que pudo. Sin embargo, siempre hay un pero, y es algo que se arrastra desde hace años, los organizadores, las instituciones, aún no han sido capaces de apañar wc públicos para tanto personal.
Guillermo Romaní
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