Uno de los momentos del ensayo antes del estreno de la obra. Foto: LAURA L. MARÍN

Lápidas, tumbas, calaveras, cruces, gárgolas, colmillos y toda la ambientación propia de esta tétrica aventura, son algunos de los detalles que encierra el Circo de los Horrores. Para que la escenografía y el vestuario así como el maquillaje y la caracterización de los personajes estén listos antes de la función son muchos los preparativos que realiza el equipo. Se trata de un trabajo contra reloj y más cuando se trata del estreno de la obra.

Por un lado, todo el vestuario debe estar colocado por actores y por orden de aparición en escena ya que algunos de ellos encarnan varios personajes. Mientras, los intérpretes antes de actuar deben dedicar algo de tiempo a hacer unos ejercicios de calentamiento para las acrobacias circenses y también reciben indicaciones del director de la obra. Por su parte, el equipo técnico debe probar luces y sonido y repasar algunas partes del guión para que todo salga perfectamente sincronizado.

Luego es el turno del maquillaje. Uno a uno los veinte actores van maquillándose para convertirse en Nosferatu, Mefistófeles o en la señora Vampira. Dos horas antes de la función se comienzan a colocar máscaras de látex, prótesis y a pintar sangre para que en el momento en que se habrá el telón los actores dejen por una horas de serlo. Ellos serán para el público irreconocibles, eso sí al final de la representación aparecen todos a cara descubierta y sin rastro de maquillaje para que el público pueda conocer quienes les han hecho pasar un mal rato.

Pero mucho antes de estas importantes tareas se ha diseñado y creado toda la caracterización y los trajes de cada personaje así como todo el atrezzo de la puesta en escena. Suso Silva, creador de la idea, actor y director artístico ha tenido un trabajo enorme para crear este universo del miedo. Su fuente de inspiración han sido los clásicos del cine, películas en blanco y negro como el original Nosferatu de Morneau o El doctor Caligari e incluso La familia Monster en su versión más antigua, aunque durante la función hace continuos guiños a películas más modernas como El Exorcista o Psicosis. Para la creación de las máscaras que utilizan algunos personajes se emplean materiales como el látex o la goma espuma, que combinados con el maquillaje hacen que los actores queden transformados. Las lápidas y la decoración se suelen hacer en fibra de vidrio o en cartón piedra. Suso, para conseguir los mejores resultados, ha contado con la experiencia de Àlvaro de Aguado de Morboria una compañía de teatro de Madrid que montó en la pasada feria medieval el Carrer del Pànic. «La escenografía la hice con Atrezarte una empresa que trabaja en Tele5. Además, para colocarlo todo fue muy complicado ya que debe estar acoplado en el interior de una carpa de circo y este espacio es semi circular y es imprescindible que el público no pierda visión», explicó Suso Silva sobre las dificultades a la hora de encajar los elementos de la escenografía.

La música también juega un papel importantísimo en este espectáculo donde la ambientación es imprescindible para trasladar al público a este mundo de horrores. Para ello, Suso ha utilizado fragmentos de bandas sonoras como El fantasma de la ópera, la trilogía de Damian o El hombre elefante.

El público se encontró anoche con un espectáculo novedoso pero con detalles reconocidos por todos. Y aunque su final ha sido cambiado, Suso Silva, tenía intención de finalizar la obra haciendo un homenaje a la película de Tod Brouning, Freaks, la parada de los monstruos. «Quizá lo haga en Circo de los Horrores 2.»