i maestro, Joan Sitges de Sant Llorenç, se presentó de manera clara y directa porque me dijo que si venía a perder el tiempo estaba en el lugar equivocado», explica José Luis Domínguez, un cocinero de 52 años que hace 16 decidió aprender el oficio de selleter, muy importante en la Eivissa de antaño: «Un selleter es una persona que hace todo lo que tiene que lucir el caballo, la montura, las riendas, la collera, que es el collar que lleva en el cuello, entre otros». Durante algo más de seis meses acudía a la casa de Sitges para que le enseñara todos los entresijos de esta profesión: «Recuerdo que cada día hacíamos algo distinto y que cuando se cumplieron seis meses me dijo que ya no hacía falta que viniera porque ya podía hacerlo solo; me pasó a todos sus clientes y él se retiró». Al inicio de su andadura en solitario, José Luis pensó que podía dedicarse exclusivamente al oficio de selleter, pero pronto vio que no sería posible: «A lo mejor en varias semanas no venía nadie, entonces supe que sería mi afición, no mi profesión».

Con el paso de los años y el perfeccionamiento de lo aprendido se especializó en los tres temas de la guarnición (preparación) de caballos: carros payeses, trotones y caballos de montura: «Lo que más me gusta es restaurar las piezas de los carros payeses, primero porque son tradición de la isla y también porque tiene más elaboración que, por ejemplo, las monturas tradicionales».

Según explica, esta labor de restauración no está muy reconocida entre la gente: «No me veo muchos años porque me desanima ver el poco interés que tiene la gente en este oficio; no se dan cuenta de todo el esfuerzo que hago porque, entre otros detalles, me desplazo a la Península para comprar los materiales, que no son nada baratos». El precio total para preparar un caballo se sitúa alrededor de los 2.000 euros.

El museo de Can Ros de Santa Eulària acoge una exposición permanente sobre el oficio de selleter en la que José Luis muestra muchas de las colleras que ha restaurado a lo largo de los años y muchas de sus herramientas.

María José Real