Manuel Bañón Ros ha vivido en sa Penya toda su vida. Allí aún vive su madre, Rita, a punto de cumplir 90 años y cuya salud es ya precaria, por lo que no es extraño que tenga que andar de acá para allá con el coche a traerla o llevarla, o simplemente a coger y dejar las cosas que necesita para vivir. Ahora, sin embargo, está furioso por los incidentes que vive frecuentemente con los celadores del puerto cuando en los meses de temporada turística custodian el único acceso a los muelles de la zona antigua y muchas veces le impiden entrar en él. El último incidente lo vivió el sábado por la noche, a la una y media, cuando dos de estos funcionarios no le franquearon el paso para que pudiera dejar a su hermana al fondo del puerto, cerca de su domicilio, para que se hiciera cargo del cuidado de su madre, en el que se turnan. Ésta acaba de salir del hospital y sigue sin estar bien: uno de sus pulmones ha dejado de funcionar, por lo que quieren tener siempre un ojo sobre ella. Él les pidió que le dejaran el pase de color rojo, que permite el acceso pero no el aparcamiento, para poder entrar, pero se lo denegaron, cuando otras veces no ha habido ningún problema. La discusión con los celadores fue a más y consecuencia de su frustración llegó a detener el coche hasta que le dejaran pasar. Fueron diez o quince minutos de tensión en los que un tercer agente, avisado por sus compañeros, le puso dos multas que ahora tendrá que abonar o recurrir. «Es una impotencia que no te puedes ni imaginar por la que llegas a perder la compostura. Eso sí, no tuve ningún coche detrás, ¿eh?». Manuel Bañón señala que las trabas son continuas y los enfrentamientos, desgraciadamente, también.

Consejos

También se queja de que le dijeran, según asegura, 'vete a beber otra botella de vino', aunque también él reconoce que les faltó al respeto, pero lo justifica señalando que en otras ocasiones, para llevar a lo mejor garrafas de agua a su madre, le han dicho «que no son horas de reparto», o le han aconsejado «que ande». También que se apunte a la asociación de vecinos para poder solicitar un pase. «Pero para eso hay que apuntarse y cuesta dinero. Además, yo no quiero aparcar; sólo entrar y salir para traer o llevar a mi madre o los recados», señala.