Los pacientes que acudieron ayer al centro de salud de Vila son atendidos por el personal de administración. g Foto: IRENE G. RUIZ

«Está muy lindo. El centro es precioso, pero está mal organizado», dice Andrea con su hija en brazos, un bebé de seis meses, que lleva en el nuevo centro de salud de Vila casi dos horas esperando ser atendida por un pediatra. El caso de Andrea no es el único. Carmen, una mujer de 77 años, acudió a su cita con su médico de Es Viver a las 11'30 horas. Allí le comunicaron que su médico se había trasladado a Vila y la mujer se dirigió al nuevo centro para ser atendida por el médico, el doctor Tizón, con el que lleva 20 años. Fue imposible, no estaba en el ordenador como su paciente. La mujer aguardaba a que su hijo la recogiera mientras se lamentaba. «Me han hecho una fechoría, me tenían que haber llamado», dice la mujer, vecina de Platja den Bossa.

El primer día de funcionamiento del centro de salud de Vila fue «movido», confesaba el director de Atención Primaria, José Antonio Martínez Iglesias. «Es el dia d, el más clave de todos. Está yendo bien con los problemas de cambio de médico de los pacientes. Son los problemas que esperamos los primeros días». Martínez Iglesias calcula que durante la primera semana de la puesta en marcha del centro de salud tendrán que hacer frente a este tipo de problemas».

Ante las quejas recibidas, el director de Atención Primaria reconoce que «a la gente le molesta que le cambien de médico pero es la única manera de que tengan una mejor atención, su médico tenga menos pacientes y tenga más tiempo para atender a todos los pacientes que tienen; si antes tenían 2.500 pacientes de cupo y ahora pasan a 2.000, hay 500 de cada médico que hemos tenido que cambiar». «Al principio le molesta, pero es un cambio para mejorar», precisa.

El Servei de Salut envió cartas a los pacientes afectados por el cambio de médicos y el traslado al nuevo centro de salud hace más de quince días, «la mayoría han llegado y el resto habrá que preguntárselo a Correos». Algunos pacientes, como Carmen, se quedaron ayer sin su recetas. «Tendré que ir a la farmacia», comentaba resignada.