Una visita a la casa de Àlvaro Gascón, un joven patrón de yate de 21 años y residente en Santa Eulària, es un recorrido por la historia de los coches de Scalextric. Un auténtico museo que cuenta con unas 500 piezas de todo un período histórico, desde 1962 hasta 1992, aunque en la actualidad también continúa con esta afición junto a su padre, quien le transmitió esta pasión por el slot. «Realmente la colección la empecé yo porque desde siempre me han gustado los coches de Scalextric. Cuando mi mujer y yo nos casamos nos regalamos dos coches de este tipo», cuenta Fernando Gascón.

«El primer coche que incorporé a la colección fue un Alpine naranja; fue el primer coche que pagué caro, 500 euros, y lo compré a regañadientes de mis padres, que no estaban muy de acuerdo», recuerda Àlvaro. Según explica, coleccionar coches de Scalextric es muy complicado: «Se necesita dinero y cuando lo tienes quizá no encuentres ningún modelo para tu colección y a la inversa».

En este sentido, según cuenta, conseguir un coche o no depende de que la oportunidad de adquirir un modelo u otro se ajuste al momento idóneo, esto es, cuando disponen de dinero para comprar: «El coche que vas buscando no existe en el mercado; los encuentras de manera fortuita. Los objetivos se centran siempre en conseguir algo que no tienes y que puedas permitirte pagar. Ahora mismo hay un Lancia negro que estamos detrás de él. Tiene un precio importante y hay 12 piezas en el mundo». Dar o no con la oportunidad es muy importante a la hora de encontrar una pieza a buen precio: «El Rolls Royce de la colección tiene un valor de 6.000 euros, pero yo lo conseguí por 90 porque la persona que lo tenía no sabía realmente cuál era su valor».

Este joven y su padre consiguen los coches para su particular colección por internet, principalmente, y mediante contactos telefónicos: «Básicamente navegando por la red. Por ejemplo, por casas de subastas como Ebay, pero también mediante gente aficionada que conozco de la península. También me desplazo a mercadillos especializados de Madrid, Barcelona o Valencia, por ejemplo», señala. Uno de los coches que más le costó conseguir fue el que regaló a sus padres por el 25º aniversario de boda: «Estuve meses y meses detrás de él y casi tuve que llorar al hombre para que me lo hiciera». El hombre al que se refiere Àlvaro es César Jiménez, un asturiano ex piloto de rallies que hace años se introdujo en la fabricación de estos coches miniatura con resina y, en la actualidad, es uno de los fabricantes más destacados en el mundo del slot. «Es curioso que dos de los fabricantes más importantes de este tipo de coches sean españoles, pues la parte de la colección que tenemos en la vitrina son los coches más antiguos, los que hacía la fábrica Exin de Barcelona, todo un referente en este ámbito», cuenta el padre de Àlvaro. Y añade: «Con el paso de los años esta vitrina de casa tiene mucho valor porque estos coches se dejaron de fabricar hace 40 años, cuando cerró la fábrica Exin».

Àlvaro y Fernando cuentan que esta afición es muy cara de mantener: «Necesitas mucho dinero; calculamos que nos habremos gastado unos 40.000 euros a lo largo de los años». Este valor se verá aumentado con los años: «No me han hecho una propuesta de compra; sé que su valor irá creciendo, pero todo lo que tenemos aquí es único». Àlvaro tiene muy claro que esta afición continuará presente en su vida: «Seguiré con la colección siempre que tenga capacidad adquisitiva». l María José Real