La ilusión de los niños, la complicidad de los adultos y la puesta en escena del Ayuntamiento de Eivissa hicieron que la cabalgata real de ayer fuera una de las más completas que se recuerdan. El broche final lo puso un cuento teatralizado en Vara de Rey, cuyos personajes, habitantes del país De aquí Prop, inventaban la estrella de Belén para poder tener Reyes Magos después de miles y miles de años sin regalos. Y siguiendo a este mismo astro, encarnado en una bailarina, llegaron Melchor, Gaspar y Baltasar, y lo hicieron tras superar dos horas de cabalgata.

Miles de personas siguieron este recorrido que comenzó con puntualidad británica. Melchor, Gaspar y Baltasar llegaron al puerto de Eivissa a las 18'30 horas y desembarcaron para saludar a los pequeños y tomar posición en sus dorados y brillantes carruajes acompañados por séquitos de bailarines y por carrozas temáticas. En total sumaban doce, estaban encabezadas por un carruaje-robot como estandarte y traían a bordo a decenas de pequeños pajes que no dejaban de lanzar caramelos a ambos lados de la calle haciendo que, por momentos, el día de Reyes entrara en el mundo del revés: los pequeños lanzaban caramelos y los grandes, como niños, los recogían del suelo. Eso sí, después de esquivar el golpe, claro, porque, como cada año, en el lanzamiento de caramelos no hay miramientos, y es uno mismo el que tiene que cuidarse para que no le den en la cabeza o en el ojo. Ya en el escenario de Vara de Rey, la alcaldesa, Lurdes Costa, recibió a Sus Majestades y Baltasar se encargó de dar un discurso en el que destacó un regalo especial que había traído para los adultos. «Mucha paciencia, compromiso y solidaridad», destacó el Rey Mago, que clausuró así esta noche de ilusiones en la que incluso nevó en Vara de Rey: cuatro cañones lanzaron desde lo alto fina espuma transportando a grandes y chicos hacia un momento mágico o, como dijo el cuento, hacia el país De Aquí Prop.

Luciana Aversa