Por sus venas corre sangre mexicana. Sin embargo, viéndola bailar flamenco, rumba o bulerías bien podría pasar por andaluza de pura cepa. «Mi madre me apuntó a clases de flamenco cuando tenía cuatro años porque ella también tomaba clases de este baile», cuenta Karen Vanessa Rubio, una bailaora mexicana que imparte un curso de flamenco en el centro social de ses Figueretes hasta mañana. Según cuenta, al principio de su aprendizaje bailaba más rumbas, sevillanas y danza española: «Con el paso de los años la academia a la que iba, que estaba en Guadalajara, mi lugar de origen, se fue decantando más por el flamenco, así que aprendí más flamenco». No obstante, Karen es una apasionada de la danza: «También practico ballet clásico, danza moderna y contemporánea. Me encanta el flamenco, la rumba y todos los ritmos andaluces, pero creo que la profesión de mi vida está más en la danza en general y no tanto en el flamenco». Karen dejó su México natal cuando sólo tenía 17 años, edad con la que llegó a Madrid para incorporarse a una compañía de baile: «Los tres primeros meses fueron un poco duros porque estaba lejos de casa y no encontraba trabajo, pero luego me ofrecieron ir a China a dar algunos espectáculos y a partir de ahí todo fue rodado». Tanto que esta bailaora de 21 años ha pisado con sus tacones flamencos Japón, Grecia, Italia, Portugal y Rumanía. Esta es la cuarta vez que Karen pisa Eivissa para bailar: «Es una isla de la que me encanta todo, sobre todo el norte; aunque hay algunas zonas un poco contaminadas, y es una lástima». Según cuenta, lo más gratificante de su trabajo es ver cómo la gente disfruta viéndola bailar: «Sobre todo me gusta generar sentimientos en las personas que me observan; yo no sé si bailo bien o mal, pero lo mejor es cuando veo que la gente siente algo cuando bailo; es muy bonito transmitir sensaciones». María José Real